Migrantes sudamericanos llegan a la zona panameña de Darién desde el poblado Necoclí en el Caribe colombiano. En 2023 se duplicó, en comparación con el año pasado, la cifra de personas que se arriesgan a esa travesía en procura de cruzar el istmo centroamericano para llegar a América del Norte. Imagen: Gema Cortés / OIM
GINEBRA (Por Corresponsal de IPS) El número de migrantes y refugiados que han cruzado la selva de Darién entre Colombia y Panamá este año llega a la cifra récord de medio millón, advirtieron agencias de las Naciones Unidas con un nuevo llamado a mayor cooperación internacional para atender esos desplazamientos.
“Los desafíos que estos movimientos poblacionales sin precedentes en las Américas plantean son verdaderamente formidables, y ningún país puede abordarlos con sus propias herramientas y aisladamente”, afirmó Filippo Grandi, alto comisionado de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
En una declaración conjunta con la Organización Internacional para la Migraciones (OIM), se destaca la agudización de la emergencia humanitaria y se pide más apoyo a los países de acogida, al igual que inversión en desarrollo para que la gente no tenga la necesidad de salir de sus comunidades.
Quienes arriesgan su vida al cruzar el selvático “Tapón del Darién” provienen en su mayoría de Venezuela, Haití, Ecuador y otros países sudamericanos y del Caribe, y sumarán este año 500 000, más del doble de quienes se aventuraron en la peligrosa travesía el año pasado, dice la declaración.
Otras personas proceden de lugares mucho más distantes como África subsahariana, Asia y Medio Oriente, con el objetivo común de llegar a América del Norte.
En ocasiones, hasta 3000 personas en un solo día han llegado a los puestos de atención fronteriza en Panamá después de cruzar la selva desde el lado colombiano.
Las personas que cruzan el Darién están expuestas a graves riesgos como peligros naturales, violencia sexual y de género, robo, trata de personas, extorsión y secuestro, e incluso se arriesgan a perder la vida en la travesía, recordó la declaración.
Los desplazamientos plantean situaciones complicadas para todos los países involucrados en el periplo, por lo que OIM y Acnur subrayaron una vez más la necesidad de adoptar un enfoque basado en la ruta, que tenga en cuenta la situación en los lugares de origen, tránsito y destino.
Ese enfoque requiere comenzar por atender las causas que hacen que las personas abandonen su país, según la declaración, lo que se puede abordar con una mayor inversión económica y hacer frente a la desigualdad, la falta de acceso a la sanidad y la educación básicas, la violencia y las violaciones de los derechos humanos.
En segundo lugar, supondría un mayor apoyo a los países de acogida para que puedan brindar seguridad y oportunidades a los recién llegados, de manera que no se vean empujados a continuar realizando viajes peligrosos.
Para esto, sería crucial el papel de los actores del desarrollo y las instituciones financieras internacionales ayudando a reforzar los servicios nacionales.
La directora general de la OIM, Amy Pope, expuso que “los países de acogida piden un mayor apoyo de parte de la comunidad internacional para fortalecer los servicios nacionales y brindar oportunidades de integración para que las personas puedan encontrar estabilidad y evitar embarcarse en viajes tan peligrosos”.
Las agencias de la ONU abogan por ampliar las vías de reasentamiento de refugiados y migración regular, para salvar vidas y aprovechar el potencial de desarrollo que éstos aportan.
Plantean que aumentar las iniciativas existentes, abriendo más oportunidades para la migración regular a través de visados humanitarios y de trabajo, intercambios educativos, y programas de reunificación familiar, beneficiará a las economías necesitadas de mano de obra, innovación y diversidad.
En cambio, las políticas restrictivas, que crean barreras al asilo y devuelven a las personas a lugares donde sus vidas podrían correr peligro, no son la respuesta adecuada, ya que llevan a la gente a tomar rutas aún más arriesgadas que sólo benefician a los traficantes de migrantes.
Muchas de esas políticas y medidas son contrarias al derecho internacional de los refugiados, recordaron.
“Tan solo trabajando conjuntamente con los actores clave de relevancia, sobre la base de un enfoque colaborativo y observando con atención lo que podría llegar a hacerse en cada instancia del viaje, es que podremos luchar contra los desafíos de forma efectiva”, sostuvo Grandi.