El nuevo terminal del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, recientemente inaugurado como parte del ambicioso proyecto de ampliación aeroportuaria, ha generado una ola de críticas por parte de usuarios, especialistas y gremios vinculados al turismo y transporte aéreo, debido a diversas deficiencias operativas y a un diseño arquitectónico que ha sido comparado con el de una fábrica industrial.
A pesar de la expectativa que rodeó su apertura, el moderno terminal —proyectado como un ícono de infraestructura y desarrollo— ha sido blanco de cuestionamientos por la falta de funcionalidad en áreas clave como:
- Falta de señalización clara para pasajeros.
- Limitada cantidad de asientos en salas de espera.
- Problemas en los sistemas de climatización.
- Insuficientes puntos de conexión para servicios comerciales.
Además, el aspecto visual del techo ha sido duramente criticado en redes sociales y por arquitectos, quienes lo han descrito como “frío”, “monótono” y más propio de una planta industrial que de un aeropuerto internacional que busca representar la entrada al país.
Expertos en infraestructura y transporte han señalado que el diseño debió responder no solo a parámetros técnicos, sino también a criterios de confort, experiencia del usuario y proyección de identidad nacional.
Desde Lima Airport Partners (LAP), concesionaria a cargo del Jorge Chávez, se ha anunciado que el terminal se encuentra aún en una etapa de marcha blanca y que las observaciones están siendo recogidas para introducir mejoras progresivas antes de su operatividad total, programada para fines de 2025.
El aeropuerto, considerado una obra clave para la conectividad y la economía nacional, deberá ahora recuperar la confianza del público y adaptar su diseño y servicios a las expectativas internacionales.