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La imagen del felino en las pinturas de Pablo Quevedo

Pablo Quevedo es un amante de la pintura, dispuesto siempre a descifrar los misteriosos enigmas que la confeccionan, sus claves secretas, y sus reglas ocultas.

De las 37 especies de felinos, la imagen del gato sobresale en “La ronda felina”, segunda exposición individual del artista Pablo Quevedo. Los asistentes a la muestra podrán apreciar 12 cuadros en diversos formatos inspirados, precisamente, en la representación de diversos tipos de felinos. La muestra se inaugura el sábado 8 de marzo en la Galería Martín Yépez (Av. Nicolás de Piérola 938, Plaza San Martín) y se podrá visitar hasta el 29 de marzo, de lunes a sábado de 10 a.m. a 6 p.m.

En los lienzos del artista, los felinos aparecen como símbolos de introspección y misterio, no solo por su presencia en la naturaleza, sino por lo que representan: instinto, independencia y una silenciosa observación del mundo.  “Si alguna vez has mirado a un gato a los ojos sabrás del amor libre, de la coincidencia exacta de los tiempos, de los encuentros casuales que se someten al asombro y a lo inmenso que ello significa”, afirma Quevedo.

Por su parte, Mateo Cabrera, curador de “La ronda felina”, anota que Pablo Quevedo “es un amante de la pintura, dispuesto siempre a descifrar los misteriosos enigmas que la confeccionan, sus claves secretas, y sus reglas ocultas. Permanentemente en busca de un lenguaje auténtico, de una manera propia de enfrentar el reto de la figuración, esta muestra es un puro reflejo de ello”.

El gato y su relación con el arte

En diversas culturas, la imagen del gato ha sido recurrente en la historia del arte. Por citar algunos ejemplos, Pablo Picasso, con su trazo libre y expresivo, plasmó felinos en su obra como reflejo de su espíritu rebelde y su atracción por lo primitivo. Dalí, en su mundo onírico, los incorporó como símbolos de lo enigmático y lo surreal, desafiando la lógica con su presencia. Warhol, en su exploración de la cultura pop, retrató gatos en su serie de ilustraciones, dándoles una identidad vibrante y comercial. Basquiat, con su trazo visceral, representó la energía indomable de los felinos, viéndolos como símbolos de lucha y resistencia en el arte urbano.

Siguiendo esta tradición, Pablo Quevedo, inspirado en la esencia del felino, nos presenta una galería dedicada a su simbolismo y presencia en el arte. “La Ronda Felina” es una muestra que invita al público a explorar esta temática desde su perspectiva personal.

Trayectoria

Pablo Quevedo Orrillo (Washington D. C., Estados Unidos, 1989) estudió Lingüística y Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú (2007-2011) y Artes Visuales Contemporáneas en Corriente Alterna (2011-2014). Continuó su formación artística en el Programa de Dibujo y Pintura en la Florence Academy of Art de Italia (2015-2018). Ha participado en exposiciones colectivas en Perú y Estados Unidos. Su trabajo se centra en el estudio de la espiritualidad, la simbología animal y la naturaleza humana.

Los gatos son sólo el pretexto. En la pintura, cuando el compromiso es auténtico y leal para con la forma, el fondo es sólo un pretexto. La aventura es estética y en ella, el compás y el ritmo, los marca la naturaleza, reflejando el funcionamiento vital de sus entrañas.

Pablo Quevedo es un amante de la pintura, dispuesto siempre a descifrar los misteriosos enigmas que la confeccionan, sus claves secretas, y sus reglas ocultas. Permanentemente en busca de un lenguaje auténtico, de una manera propia de enfrentar el magno reto de la figuración, esta muestra es un puro reflejo de ello. De esa lucha permanente por no dejarse estrangular por lo académico, y aun así expresar con firmeza y claridad el rigor y la lógica de las cosas de este mundo. Su pintura es reflejo de esta confrontación bélica por lograr traer del fondo aquello que solamente pueda serle propio y aún serle fiel a las reglas de la física.

Más allá de la que sea la voluntad del artista, lo que la pintura comunica es siempre e ineludiblemente una síntesis del mundo interno de este, que queda reflejado, así en el todo, como en cada pincelada. De este modo, el alma aventurera de Pablo queda atrapada en sus óleos: así como aquellos abismos existenciales que él apunta y ya ha recorrido. Pero también y más fundamentalmente, aquella inmensa búsqueda espiritual que lo anima.

Se trata de una magnífica y misteriosa colección de pinturas al óleo, ricas en simbolismo, complejidad técnica y libertad, que dejan mucho espacio al espectador para interactuar en el acto elástico y lúdico de descifrar sus significados ocultos. 

Mateo Cabrera

“Desde niño siempre me ha gustado pintar animales. De distintas formas, de distintas especies. En esta ocasión resultaron ser felinos. Por instinto, por sueños, por pensamientos sutiles que me hacían pensar que tras esos pasos sigilosos habría un imaginario que me resultaría interesante descubrir. Nacen del silencio o quizás de un ronroneo que, grácilmente, pretende sintonizarnos con aquello que llevamos dentro y que no queremos mirar. Emociones entrelazadas que necesitan ser clarificadas, cristalizadas para integrarlas como un nutriente que nos pueda acercar más a ser. Si alguna vez has mirado a un gato a los ojos sabrás del amor libre, de la coincidencia exacta de los tiempos, de los encuentros casuales que se someten al asombro y a lo inmenso que ello significa.
Esta ronda felina pasa con sigilo, resultado de una exploración que solo se sabe expuesta ante los azares y que se detiene ante los ojos de quien la mire”.

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