Millones de niños y niñas en el mundo están en una situación muy vulnerable debido a la escasez de agua. Unicef plantea que esta necesidad de la infancia debe destacarse en la 28 Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático que se realizará en diciembre en Dubái, Emiratos Árabes Unidos. Imagen: Khuzaie / Unicef
NACIONES UNIDAS (Por Corresponsal de IPS) Unos 739 millones de niños en todo el mundo, uno de cada
tres, viven en zonas expuestas a una escasez de agua alta o muy alta, y el cambio
climático amenaza con aumentar esa alarmante cifra, indicó en un nuevo informe el
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Para esos niños “no solo está cambiando su mundo, con fuentes de agua secándose y
fenómenos meteorológicos aterradores cada vez más fuertes y frecuentes. También
su bienestar, a medida que el cambio climático afecta su salud física y mental”,
observó la directora ejecutiva de Unicef, Catherine Russell.
Su informe “El cambio climático está transformando la infancia”, se publica como
insumo para la 28 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático (COP28), que se realizará en Dubái, Emiratos
Árabes Unidos, del 30 de noviembre al 12 de diciembre.
El documento ofrece un análisis de las repercusiones de los tres niveles de
inseguridad hídrica en el mundo: la escasez de agua, la vulnerabilidad hídrica y el
estrés hídrico (la relación entre la demanda total de agua y las reservas renovables
disponibles de aguas superficiales y subterráneas).
La mayor parte de los niños y niñas de las regiones de Oriente Medio y África del
Norte, y Asia Meridional viven en lugares donde los recursos hídricos son limitados
y hay elevados niveles de variabilidad estacional e interanual, descenso de la capa
freática o riesgo de sequía.
“No solo está cambiando su mundo, con fuentes de agua secándose y fenómenos meteorológicos aterradores cada vez más fuertes y frecuentes. También su bienestar, a medida que el cambio climático afecta su salud física y mental”: Catherine Russell.
Demasiados niños y niñas, 436 millones según el informe, se enfrentan a la doble
carga de una escasez de agua elevada o muy elevada y unos niveles de servicio de
agua potable bajos o muy bajos, la vulnerabilidad hídrica extrema.
Es una de las principales causas de muerte de menores de cinco años por
enfermedades prevenibles, recuerda el documento.
Para 2050, se prevé que 35 millones más de niños y niñas estarán expuestos a niveles
elevados o muy elevados de estrés hídrico.
En esas circunstancias, la inversión en agua potable y servicios de saneamiento son
una primera línea de defensa esencial para proteger a los niños y niñas de los efectos
del cambio climático, sostiene el informe.
Subraya que a pesar de su vulnerabilidad excepcional, a los niños se les ha pasado
por alto o se les ha desatendido en gran medida en los debates e iniciativas sobre el
cambio climático.
Por ejemplo, solo 2,4 % de la financiación para el clima procedente de los
principales fondos multilaterales apoya proyectos que incorporan actividades que
tienen en cuenta a la infancia.
Hacia la COP28, Unicef llama a los dirigentes mundiales y a la comunidad
internacional para que tomen medidas cruciales con y para los niños y niñas, con el
fin de garantizar un planeta habitable, y recomienda un conjunto de acciones.
En primer lugar, incluir a los niños y niñas en la decisión final de la COP28 y
convocar un diálogo de expertos sobre la infancia y el cambio climático.
Incorporar a la infancia y la equidad intergeneracional en el Balance Mundial, el
inventario sobre la acción climática y brechas a superar que se elabora en las COP.
También, incluir a la infancia y los servicios esenciales resilientes al clima en la
decisión final relacionada con la adaptación al cambio climático.
Propone garantizar que el Fondo de Pérdidas y Daños –que debe favorecer a los
países más vulnerables- y los acuerdos de financiación consideren a la infancia, y
que sus derechos se integren en el proceso de toma de decisiones del fondo.
Más allá de la COP28, Unicef pide a las partes que tomen medidas para proteger la
vida, la salud y el bienestar de la infancia –incluida la adaptación de los servicios
sociales esenciales–, capaciten a todos los niños y niñas para que sean defensores del
medio ambiente, y cumplan los acuerdos internacionales sobre sostenibilidad.
“Los niños, niñas y jóvenes no han dejado de hacer llamamientos urgentes para que
se escuche su voz, pero apenas desempeñan un papel oficial en las políticas y
decisiones sobre el clima. Rara vez se les tiene en cuenta en los planes y acciones
existentes de adaptación, mitigación o financiación del clima”, afirmó Russell.