En medio de la presión política y con mociones de censura en su contra, el ministro del Interior envía un enigmático mensaje. ¿Está Santiváñez sintiendo la traición desde su propio entorno?
El ministro del Interior, Juan José Santiváñez, se encuentra en una encrucijada política a días de enfrentar el debate por las tres mociones de censura que se han presentado en su contra. En este tenso contexto, el ministro envió un mensaje intrigante a través de WhatsApp: «Lo peor de una traición es que nunca viene de un enemigo». La frase, aparentemente simple, ha generado rumores sobre su posible percepción de traición dentro de su propio entorno político.
Este mensaje cobró más relevancia debido a un detalle que no pasó desapercibido: la misma noche del lunes 17 de marzo, día en que se envió la frase, la presidenta Dina Boluarte recibió en Palacio de Gobierno al ministro de Justicia, Eduardo Arana. Sin embargo, en el registro oficial de visitas, Arana fue listado como «ministro del Interior», lo que podría ser un simple error administrativo, pero en el contexto actual, ha alimentado las especulaciones sobre la posición del gobierno respecto a Santiváñez.
Este extraño mensaje se da en medio de la creciente presión sobre el ministro, quien enfrenta un proceso de interpelación y la posibilidad de ser destituido del cargo. La moción de censura, que será debatida y votada en el Congreso el viernes 21 de marzo, se ha vuelto más probable tras el asesinato del cantante Paul Flores el 16 de marzo, lo que desató más críticas sobre la gestión de Santiváñez y la inseguridad en el país.
A pesar de los ataques y los cuestionamientos, Santiváñez ha solicitado presentarse ante el Congreso antes de la votación para exponer sus planes de acción en relación con la seguridad ciudadana. En una carta dirigida al presidente del Congreso, Eduardo Salhuana, el ministro solicitó permiso para presentar su estrategia frente a la creciente ola de criminalidad, mientras la presión para su destitución sigue aumentando. Con 66 votos necesarios para su salida, el futuro de Santiváñez está en manos del Congreso, y su tiempo para evitar la censura se agota rápidamente.
