Los huérfanos del terremoto son atendidos en el Centro Kuramaa, de la gobernación de Idlib, en el norte de Siria. Imagen: Sonia al Ali / IPS
IDILIB, Siria (Por Sonia al Ali / IPS) Salim al Bakkar, de siete años, quedó huérfano tras el terremoto que sacudió el sur de Turquía y el norte de Siria el 6 de febrero de 2023.
Salvado por miembros del equipo de defensa civil que lo sacaron de los escombros, los médicos tuvieron que amputarle la pierna izquierda, que había sido aplastada en el terremoto de magnitud 7,7 que mató a más de 55 000 personas y destruyó al menos 230 000 edificios.
Salim, de Jenderes, al norte de Alepo, en Siria, fue sacado de entre los escombros pero, como padecía síndrome de aplastamiento, le amputaron la pierna.
Su única familiar sobreviviente, su abuela Farida al Bakkar, cuenta a IPS el dolor y la tristeza de tener que cuidar a su nieto.
“Cuando mi nieto se despertó y me vio, me preguntó por su madre, pero no pude decirle que su madre y su padre habían muerto porque estaba devastado”, explicó.
Salim no está solo; miles de niños sobrevivieron sin sus familias y ahora experimentan soledad, estrés psicológico y dolor físico.
Incluso siete meses después del terremoto, el miedo que Salim sintió ese día sigue grabado en su memoria, según su abuela.
El médico Kamal al Sattouf, de Idlib, en el norte de Siria, dice que el terremoto provocó muchas enfermedades.
«Miles de edificios quedaron total y parcialmente destruidos como resultado del terremoto, mientras que la infraestructura de las redes de agua y saneamiento en las regiones resultó dañada, aumentando el riesgo de epidemias y enfermedades infecciosas como el cólera», detalló.
El médico destacó la propagación de enfermedades respiratorias, como infecciones pulmonares, especialmente entre niños y ancianos, y diarreas de todo tipo, virales y bacterianas, cólera y malaria, debido a vectores que se propagan entre los escombros, como mosquitos, moscas, ratones y roedores.
Al Sattouf dijo que las personas rescatadas con vida de los escombros a menudo también sufrían lo que se conoce como «síndrome de aplastamiento». El hospital donde trabaja recibió muchos casos, cuya gravedad a menudo está relacionada con el tiempo que los sobrevivientes pasaron bajo los escombros, generalmente formados por pesados bloques de cemento.
Según el médico, el síndrome de aplastamiento se produce cuando la fuerza o la compresión de los edificios derrumbados corta la circulación sanguínea a partes del cuerpo o extremidades.
Impactos psicológicos
Una niña de 10 años, Salma al Hassan, de Harem, en el norte de Siria, sigue pidiendo visitar su antigua casa destruida por el terremoto. Ahí fue donde perdió a su madre y a su hermana.
Su padre explica: “Mi hija sufre una enfermedad psicológica difícil de superar. Con ataques de pánico, miedo y llanto continuo, se niega a creer que su madre y su hermana estén muertas”.
Señala que su hija se volvió retraída después de presenciar los horrores del terremoto. Le encanta estar sola y se niega a hablar con los demás y a ir a la escuela.
Él y su hija fueron rescatados vivos de debajo de los escombros más de 8 horas después del terremoto.
Dalal al Ali, un consultor psicológico de Sarmada, en el norte de Siria, dijo a IPS: “Muchas personas que sobrevivieron al desastre del terremoto, especialmente niños, todavía sufren trastornos de ansiedad y depresión, que es uno de los problemas. Los síntomas de este trastorno son sentimientos persistentes de tristeza y desesperanza, pérdida de interés en las actividades y cambios en el apetito y los patrones de sueño”.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Señaló que los niños víctimas del terremoto necesitan urgentemente apoyo psicosocial además de ayuda vital, incluyendo agua potable, saneamiento, nutrición, suministros médicos necesarios y apoyo de salud mental para los niños, tanto ahora como a largo plazo.
Al Ali destaca la necesidad de proporcionar un ámbito de seguridad y comodidad a los niños y de crear una sensación de seguridad y protección trasladándolos a un lugar seguro lo más lejos posible de la zona de peligro, además de brindarles terapia de grupo e individual.
Sesiones de terapia para padres, así como para niños, para ayudarles a superar la ansiedad y permitirles expresar sus sentimientos mediante la práctica del deporte y las artes.
Ella confirma que los niños necesitan más atención que los adultos para superar los impactos del terremoto porque los niños vieron todo su mundo colapsar ante sus ojos y continúan sintiendo el trauma de manera aguda.
Víctimas del terremoto y también del conflicto sirio
La Red Siria por los Derechos Humanos, en un informe publicado a principios de este año, dijo que había documentado la muerte de 6319 sirios debido al terremoto.
De ellas, 2157 víctimas murieron en zonas de Siria que no están bajo el control del régimen sirio y 321 en zonas controladas por el régimen sirio, mientras que 3841 refugiados sirios murieron en Turquía.
El grupo destacó la necesidad de investigar el motivo de la demora en la respuesta de las Naciones Unidas y la comunidad internacional, porque esto provocó más muertes evitables de sirios, y los responsables de estas demoras deberían rendir cuentas.
La red dice que el alto número de muertos se produjo en una zona altamente poblada debido al desplazamiento interno motivado por el conflicto dentro del régimen sirio.
Aún más trágico, añade el informe, estas personas traumatizadas tuvieron que vivir los horrores de los bombardeos indiscriminados por parte del régimen sirio en los campos de desplazados internos en los que viven.
Con el objetivo de cuidar a los huérfanos del terremoto en la gobernación de Idlib, en el norte de Siria, la Fundación Basmat Nour abrió el Centro Kuramaa para cuidar de los niños.
El director del Centro Kuramaa, Muhammad al Junaid, dijo a IPS: «Muchos niños perdieron a sus familias y seres queridos durante el devastador terremoto, por eso abrimos este centro que brinda atención a niños huérfanos y cubre todas sus necesidades educativas, psicológicas y sociales».
Actualmente hay 52 niños en el centro, que puede acoger hasta 100.
“El personal trabaja duro para hacer sonreír a los niños y nuestro objetivo es hacerles olvidar el dolor que no pueden soportar y cuidar de ellos por todos los medios posibles para que vivan una vida normal en familia”, agregó Al Junaid
Fatima al Hassan, de Idlib, de ocho años, perdió a toda su familia en el terremoto. Vive en el centro y allí ha encontrado ternura y cariño.
“Paso mi tiempo enseñando, dibujando y jugando con mis compañeros en la residencia”, dice.
Pero Fátima todavía recuerda a su familia con amor y tristeza.