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Seguridad ciudadana en crisis 

Por Antero Flores-Araoz

La situación de inseguridad que se vive en nuestra patria es terrorífica. La criminalidad, incluso la criminalidad y delincuencia organizada va en aumento, las noticias de asaltos, sicariato, extorsiones, ajustes de cuentas y homicidios, entre otros delitos, siguen creciendo y no se nota una acción decidida desde el Estado para terminar, o por lo menos paliar ésa situación.

Lejos de hacerse lo debido desde el Estado, se ha debilitado a la Policía Nacional desde su descabezamiento en el (des)gobierno de Francisco Sagasti, quien además declaró héroes nacionales a dos jóvenes seriamente prontuariados, lo que ofende a la memoria de quienes realmente son nuestros héroes.

El Presupuesto General de la República ha aumentado exponencialmente, sin embargo, la Policía Nacional que requiere del apoyo económico para realizar sus funciones, atribuciones y facultades, sigue como la famosa “Cenicienta” mendigando el respectivo soporte financiero.

La investigación policial, que es una de sus responsabilidades constitucionales, deja mucho que desear y ello debido a los ataques que soporta desde el Ministerio Público, en profundo jaloneo de tal empeño que solo conduce al caos generalizado.

La formación policial en lo que es investigación del delito, tiene que mejorarse sustancialmente y dotarse a la Policía de las herramientas tecnológicas apropiadas para el ejercicio de tal tarea. No podemos seguir en los tiempos de la carreta, pues igual como hay elementos tecnológicos para el bien, también se emplean para el mal, por lo que es imprescindible estar al día con el avance tecnológico para la investigación del delito, la identificación de los delincuentes y la preparación de los partes policiales solventes, para su entrega a la Fiscalía a fin de que formule las denuncias que correspondan ante el Poder Judicial.

Los cambios, cada vez más frecuentes, en los altos mandos del Ministerio del Interior y de la Policía Nacional, también son elementos que dificultan la eficiencia que debe caracterizar a nuestra Policía.  Los cambios a los que nos referimos lamentablemente no son para seguir adelante, sino para hacer borrón y cuenta nueva, en lo que es un claro retroceder que debería sustituirse por el avanzar.

Desde la óptica ciudadana tampoco se ve el accionar del Sector Público para expulsar del territorio patrio, a los extranjeros que ingresaron irregularmente y que legos de habitar en el Perú correctamente, delinquen con reincidencia y también reiterancia.

Otro elemento que concurre a la crítica de la actuación policial es el constante “empapelamiento” a nuestros policías, cada vez que en su actuación, tienen que hacer uso de sus armas de reglamento para repeler -ojo, no decimos reprimir- el delito y a sus autores y cómplices.  A los policías los someten a investigaciones interminables, muchas veces el Ministerio Público se ensaña con ellos, lo que es reforzado por el Poder Judicial en  interminables procesos que los hacen perder ascensos, muchas veces hasta pérdida de su familias por ser los procesamientos en el lugar de los hechos, que no es necesariamente el de sus domicilios, y como corolario encima tienen que afrontar los costos de su defensa. Con lo dicho es comprensible que muchos policías se abstengan de intervenir ante flagrantes actos delictivos, pues luego les hacen la vida “a cuadritos”.

En contracorriente de lo expuesto, debemos destacar el apoyo que está otorgando la Municipalidad Metropolitana de Lima, para ayudar a nuestra Policía Nacional en sus tareas, lo que será materia de un a próxima columna. No todo es malo.

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