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Reducir emisiones de metano se impone ante el cambio climático

Gas se quema en una instalación de hidrocarburos en Dakota del Norte, Estados Unidos. La producción y el uso de combustibles fósiles son fuentes de emisiones de metano, un gas que contribuye enormemente al calentamiento de la atmósfera y cuya reducción puede traer beneficios al ambiente, la salud y la economía. Imagen: Crusoe Energy

PARÍS (Por Corresponsal de IPS)  Reducir las emisiones de metano procedentes de la producción y uso de combustibles fósiles es imprescindible para contener el calentamiento global, plantearon en un estudio conjunto la Agencia Internacional de Energía (AIE) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medo Ambiente (Pnuma).

Faith Birol, director ejecutivo de la AIE, de economías desarrolladas, dijo que “es necesario que los gobiernos y la industria adopten medidas tempranas para reducir las emisiones de metano, una de las mejores y más asequibles oportunidades para limitar el calentamiento global en el corto plazo”.

El informe AIE-Pnuma, “El imperativo de reducir el metano de los combustibles fósiles”, debe ir de la mano de la descarbonización de los sistemas energéticos, para limitar a 1,5 grados centígrados el incremento en el calentamiento global, por encima de los promedios preindustriales (1850-1900) para mediados de este siglo.

Ese objetivo fue fijado por la inmensa mayoría de los países en el Acuerdo de París de 2015, comprometiéndose a contribuciones nacionales voluntarias para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, que calientan la atmósfera, entre los que destacan el dióxido de carbono (CO2) y el metano (CH4).

El metano es un poderoso gas de efecto invernadero -84 veces más potente que el dióxido de carbono-, responsable de alrededor de 30 % del aumento de las temperaturas globales desde la Revolución Industrial, y resulta el segundo mayor contribuyente al calentamiento global después del CO2.

Más de la mitad de las emisiones globales de CH4  provienen de actividades humanas en tres sectores: agricultura, residuos y combustibles fósiles.

“Las inversiones en mantenimiento y cambios operativos que evitan que el metano se filtre a la atmósfera son una fracción de las ganancias obtenidas con los combustibles fósiles. Eso contrasta marcadamente con el costo de la inacción, desde pérdidas de productividad de cultivos hasta impactos en la salud humana y la economía”: Inger Andersen.

El informe muestra que si bien una caída en la demanda de combustibles fósiles reduciría las emisiones de metano, esas reducciones por sí solas no ocurrirían lo suficientemente rápido como para cumplir los objetivos climáticos mundiales. A

Para limitar el calentamiento y reducir el riesgo de cruzar puntos de inflexión climáticos irreversibles, son esenciales medidas adicionales específicas para abordar las emisiones de metano procedentes de la producción y el uso de combustibles fósiles, como eliminar la ventilación y quema rutinarias, y reparar las fugas.

El reporte sostiene que una reducción rápida de las emisiones de metano procedente de combustibles fósiles podría evitar un aumento de hasta 0,1 grados Celsius en la temperatura global para mediados de siglo.

Es una cifra mayor que el impacto en las emisiones que tendría el retirar inmediatamente de las carreteras todos los automóviles y camiones del mundo, según  el estudio.

Además, dado que las emisiones de metano conducen a la contaminación por ozono a nivel del suelo, una acción inmediata también generaría beneficios económicos, de salud pública y de seguridad alimentaria.

Según un modelo desarrollado por el Pnuma y la Coalición Clima y Aire Limpio, la acción contra el metano evitaría hacia el año 2050 casi un millón de muertes prematuras debido a la exposición al ozono.

También ahorraría 90 millones de toneladas de pérdidas de cultivos debido al ozono y los cambios climáticos, y alrededor de 85 000 millones de horas de trabajo perdidas debido al calor extremo, para 2050, generándose unos 260 000 millones de dólares en beneficios económicos directos hasta 2050.

Inger Andersen, directora ejecutiva del Pnuma, destacó que “las inversiones en mantenimiento y cambios operativos que evitan que el metano se filtre a la atmósfera son una fracción de las ganancias obtenidas con los combustibles fósiles”.

“Eso contrasta marcadamente con el costo de la inacción, desde pérdidas de productividad de cultivos hasta impactos en la salud humana y la economía”, agregó.

Según el informe, se necesitan alrededor de 75 000 millones de dólares en gastos hasta 2030 para implementar todas las medidas de reducción de metano en el sector del petróleo y el gas en el escenario neto cero de emisiones que contempla la AIE.

Esa suma, recordó el informe, equivale a menos de dos por ciento de los ingresos generados por la industria del petróleo y el gas en 2022.

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