Junta de Usuarios del Sector Hidráulico Menor Rímac Clase B, hicieron un llamado a fortalecer la educación y la gestión eficiente del agua para enfrentar el estrés hídrico en el país.
A pesar de que el Perú es el octavo país con mayor disponibilidad hídrica en el mundo y cuenta con casi el 2% del agua dulce del planeta, enfrenta una crisis hídrica creciente. La contaminación, la inequidad en el acceso al recurso y la falta de políticas efectivas han generado una situación preocupante que requiere soluciones urgentes. Según el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (Ceplan), para el 2030 el 58% de los peruanos vivirá en zonas con escasez de agua, lo que agravará los conflictos sociales y afectará sectores clave como la agricultura y la industria.
A propósito del Día Mundial del Agua, más de 700 niños, jóvenes y adultos participaron activamente en un evento conmemorativo en el distrito de Lurigancho Chosica. La actividad, organizada por la Junta de Usuarios del Sector Hidráulico Menor Rímac Clase B y la Municipalidad Distrital de Lurigancho Chosica, tuvo como lema «Conserva el agua, protege el futuro» y contó con diversas iniciativas orientadas a generar conciencia sobre el cuidado y preservación del recurso hídrico para las futuras generaciones.
La ceremonia contó con la presencia del presidente de la Junta de Usuarios Rímac, Sr. Víctor Palomino Zullca Poma, el Administrador Local del Agua, Ing. Juan Muñoz Alva, representantes de la Municipalidad Distrital de Chosica y presidentes y usuarios de las distintas Comisiones de los Sub Sectores Hidráulicos encargadas de la distribución del agua, quienes resaltaron la importancia de fortalecer acciones conjuntas para garantizar un futuro con agua suficiente y limpia para todos.
«El problema no es solo la cantidad de agua que tenemos, sino cómo la gestionamos. Es fundamental educar a la población y a las autoridades para fomentar una cultura del ahorro y el cuidado del agua», señaló Palomino Zullca Poma.
El estrés hídrico que afecta a las principales ciudades del país se ve intensificado por el cambio climático y la falta de inversión en infraestructura hídrica. Estudios recientes sitúan al Perú en un rango de estrés hídrico entre -40% y -80%, lo que lo convierte en uno de los países más vulnerables a la crisis del agua en América Latina. En Lima Metropolitana, la producción de agua potable disminuyó un 2,9% en julio de 2024, según el Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima (SEDAPAL), lo que evidencia una tendencia preocupante.
Iniciativas para fomentar una cultura del agua
Frente a este panorama, diversas instituciones han impulsado programas de concientización y gestión sostenible del agua. Así, por ejemplo, la Autoridad Nacional del Agua (ANA) presentó su Informe País 2024, una herramienta clave para la planificación y toma de decisiones en la gestión de los recursos hídricos. Asimismo, las Juntas Administradoras de Agua y Saneamiento Rural (JASS) buscan integrarse en los planes de acción gubernamentales para fortalecer la gestión comunitaria del agua en zonas rurales.
Además, resulta fundamental mejorar el acceso al agua potable, las instalaciones de saneamiento y las prácticas de higiene, ya que estos factores impactan directamente en la salud pública. La falta de infraestructura adecuada no solo dificulta el acceso al agua, sino que también incrementa el riesgo de enfermedades transmitidas por este recurso. En ese sentido, garantizar un suministro seguro y mejorar las condiciones de saneamiento es clave para la atención primaria en salud, la protección del medio ambiente y la reducción de enfermedades de alto riesgo en comunidades vulnerables.
«El agua no debe verse sólo como un recurso, sino como un bien común cuya gestión debe ser equitativa y eficiente», enfatiza Palomino Zullca Poma. «Es necesario articular esfuerzos entre el Estado, las empresas y la ciudadanía para garantizar el acceso seguro y sostenible al agua en el país», agregó.
Con más del 60% del territorio nacional cubierto por bosques tropicales, la conservación de estos ecosistemas es clave para regular el ciclo del agua y garantizar su disponibilidad futura. La restauración de hábitats naturales no solo ayuda a conservar la humedad en los suelos, sino que también mitiga los efectos del cambio climático y estabiliza el ciclo hidrológico.