Diversos sectores paralizarán este miércoles en rechazo a la inseguridad, el crimen organizado y la inacción del gobierno. El epicentro de la protesta estará en Lima, Callao, La Libertad, Arequipa y Puno.
El país se prepara para una jornada clave. Este miércoles 14 de mayo, gremios del transporte, sindicatos, estudiantes y comerciantes marcharán juntos en un paro nacional que amenaza con detener buena parte del país. La razón: el hartazgo frente a la violencia desbordada, el sicariato, las extorsiones y la indiferencia de un gobierno cada vez más ajeno a la realidad.
La protesta se origina tras la masacre de 13 mineros en Pataz, La Libertad, pero la indignación se ha extendido a múltiples sectores. Desde la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) hasta comerciantes de Gamarra, pasando por estudiantes, padres de familia y profesores, todos anuncian su participación.
Julio Campos, vocero de transportistas, lo dejó claro: “Ahora no solo somos los transportistas. Todos los sectores están hartos: mercados, Gamarra, Malvinas, colegios, Apafas… todo el Perú cierra”.
En Lima y Callao, se prevé que la paralización afecte de forma severa los servicios de transporte informal y parte del comercio. Gamarra ya confirmó su cierre total y movilizaciones hacia el Congreso. En Arequipa, Juliaca y Puno, gremios locales se sumarán a la protesta, mientras que en La Libertad, golpeada por la minería ilegal y el crimen, se espera una movilización masiva.
El paro tiene un enfoque claro: exigir acción ante la criminalidad que gana terreno en todas las regiones del país, mientras el Ejecutivo y el Congreso siguen enfocados en blindajes y repartijas.
Sin embargo, no todos acatarán. Mesa Redonda ha anunciado que no se sumará. Tampoco lo hará la Cámara Internacional de Transporte, que asegura que “no se debe politizar” la protesta. Aun así, la magnitud del paro ya está definida.
Este lunes 12 de mayo será clave: los transportistas formales de Lima y Callao definirán si se suman a esta fecha o inician un nuevo paro más adelante, en función de los compromisos asumidos en abril.
El mensaje del país es claro: ya no hay espacio para la indiferencia. El Perú exige respuestas reales frente a la violencia.