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Menos bodegas abiertas: la realidad de los bodegueros frente al temor por extorsiones

La inseguridad ciudadana ha provocado un cambio significativo en la forma en que los bodegueros operan sus negocios. Hoy en día, cada vez es más común encontrar bodegas que atienden a puerta cerrada, como medida desesperada para protegerse de las amenazas de extorsión y el cobro de cupos por parte de bandas criminales.

Una estrategia de supervivencia
Muchos comerciantes aseguran que esta medida es la única forma de evitar ser víctimas de la delincuencia. Sin embargo, operar a puerta cerrada también afecta sus ingresos, ya que limita la cantidad de clientes que pueden atender.

Carlos Gutiérrez, dueño de una bodega en San Martín de Porres, comenta:
«Antes trabajábamos hasta las 10 de la noche con la puerta abierta, ahora solo atendemos detrás de una reja y cerramos a las 7. Hemos perdido más del 30% de las ventas, pero preferimos eso a arriesgarnos.»

El discurso oficial contradice la realidad
Mientras tanto, el gobierno y el Ministerio del Interior aseguran que las cifras de inseguridad están bajo control. Según las autoridades, los operativos policiales y las estrategias implementadas han logrado reducir la criminalidad. Sin embargo, la percepción en las calles es distinta.

La Asociación de Bodegueros del Perú (ABP) desmiente las declaraciones oficiales:
«Los bodegueros vivimos una realidad distinta. Cada día recibimos denuncias de colegas que son extorsionados o amenazados. La respuesta del gobierno es insuficiente, y las cifras que presentan no reflejan lo que enfrentamos,» señaló su presidente, Juan Vargas.

Una crisis sin solución a la vista
El cierre de bodegas o la reducción de horarios de atención no solo afecta a los comerciantes, sino también a los vecinos, que dependen de estos negocios para su abastecimiento diario. La falta de acciones contundentes por parte de las autoridades incrementa la desconfianza y deja a los emprendedores a merced de la delincuencia.

El clamor de los bodegueros es claro: «No queremos promesas ni discursos, queremos resultados. La inseguridad está matando nuestros negocios y la esperanza de nuestras familias.»

Es urgente que el gobierno tome medidas reales y efectivas para proteger a este sector, clave para la economía y la vida diaria de miles de peruanos.

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