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Libertad sí, libertinaje no: Sobre el estado de la libertad de prensa en el Perú

Por Ántero Flores-Aráoz

Una delegación de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) realizó una visita al Perú, en que se reunió con directivos de medios de prensa, periodistas y también altas autoridades del Estado Peruano, habiendo anunciado algunos medios que tal delegación “partió con una profunda preocupación por la situación por la que atraviesa la libertad de prensa en el Perú y su deterioro”, según afirmación atribuida a Carlos Jornet, integrante de la delegación.
Se reproduce también en medios la expresión de la misma persona antes citada, en el sentido que “hasta ahora notamos un permanente deterioro que se sigue agudizando y que, probablemente, en período electoral como el que se empieza a vivir en el Perú, sea aún más grave”.

No encuentro ninguna relación entre la real situación de la prensa peruana, con lo que supuestamente han advertido los delegados de la SIP en su visita a nuestro país, donde cotidianamente vemos como se ejerce irrestrictamente la libertad de prensa.

Hace muchísimo tiempo los métodos para impedir el desarrollo de la prensa en el Perú, fueron superados. Dejamos atrás aquellos tiempos de los gobiernos de Manuel A. Odría y de Juan Velasco Alvarado, en que no solamente se impedía las labores de la prensa libre, sino que se le perseguía, hubo periodistas encarcelados e incluso varios de ellos fueron extrañados del Perú y sufrieron destierro en el extranjero. Pese al autoritarismo del gobierno de Alberto Fujimori la prensa en ésa época, pudo seguir haciendo sus tareas con libertad.

Francamente no sé los motivos de la miopía de la delegación de la SIP, pues como reitero en el Perú se cumple con el mandato constitucional contenido en su artículo 2.4 en el sentido que todos tenemos derecho “A las libertades de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento mediante la palabra oral o escrita o la imagen por cualquier medio de comunicación social, sin previa autorización ni censura ni impedimento alguno”.

No solamente hay plena libertad de informar, sino además muchísimas veces cierta prensa se extralimita y llega al libertinaje, a falsas imputaciones y cuando se solicita rectificación se nota la irracionalidad de los enormes titulares con el tamaño de la rectificación que parecería de la dimensión del aviso económico.

Hay por supuesto prensa que estaba acostumbrada a la demasía del avisaje pagado del Estado y le mortifica cuando este avisaje se ha reducido, pero no puede obligar al Estado a sufragar anuncios que no son indispensables. Por otro lado, también hay periodistas que no quieren responder en procesos por injuria, difamación o calumnia, pero lo cierto es que no tienen porque tener corona y ser distintos a los demás ciudadanos. Si cometen delito contra el honor, pues tienen que responder penalmente y no sólo civilmente por él.

Decíamos que hemos llegado hasta el libertinaje, pues los adjetivos que utiliza cierta prensa contra instituciones sean públicas o privadas, así como personas naturales, muchísimas veces son hasta insultantes y ello es un exceso. Invitaría a los delegados visitantes de la SIP a que revisen la información en prensa de los días en que Manuel Merino ejerció la Presidencia de la República en noviembre del año 2020 y verán como -no toda por cierto- incitaban a marchas que se convertían en confrontaciones violentas.

Por otro lado, pese a no estar legalmente obligados, los altos funcionarios gubernamentales y los parlamentarios son frecuentemente entrevistados, dan declaraciones y a través de la prensa se presentan ante el país. En cuanto a los miembros del Poder Judicial y Ministerio Público, ellos hablan a través de sus resoluciones, dictámenes y denuncias.

Si bien hay quejas contra la Presidenta de la República en el sentido que no accede a entrevistas, pue es libre de expresarse a través de la prensa o no, aunque lo deseable es que no esté ausente de la prensa, comprendiéndose su posición ante el permanente ataque de que es objeto, con razón o sin razón, pero ataque al fin.

Como sabemos en esta viña del Señor, hay buenos, malos y regulares medios de prensa, pero lo que no se puede decir es que adolecemos de la libertad de prensa, debiendo agregar que guardo respeto y cariño a la prensa que generosamente acoge mis columnas de opinión, pudiendo coincidir o no con mis ideas, pero nunca sometidas a censura, lo que por cierto tampoco permitiría.

Después de todo lo antes expuesto, nos encontramos con la sorpresa de que en el Congreso se ha aprobado una proposición legislativa para aumentar las penas de los delitos contra el honor como son calumnia, difamación e injuria, pudiendo ser efectiva la pena privativa de la libertad. Gran torpeza del Parlamento pues sabe que la elevación de las penas no son disuasivas, que en los algo más de treinta años de vigencia del actual Código Penal, se le han hecho un sinfín de modificaciones para elevar las penalidades, pero ello no ha logrado reducir las acciones delictivas sino por el contrario las ha aumentado. Sin embargo, la mayor torpeza es que con tal proyecto de ley aprobado, lo único que han obtenido es el aumento de los decibeles de quienes aducen que no hay libertad de prensa en nuestra patria. ¡Hay que ser candelejones!

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