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La Unctad propone diversificar en verde y con medidas sociales

Un minero en Potosí, Bolivia. La dependencia de muchos países de un solo producto de exportación, o de unos pocos, a menudo minerales, está asociaciada a su limitación para el desarrollo y requiere de políticas e inversiones hacia un desarrollo industrial sostenible y medidas que favorezcan a su población vulnerable. Imagen: Shutterstock / Unctad

GINEBRA (Por Corresponsal de IPS)   Sostener políticas industriales verdes y desarrollar medidas sociales en favor de la población más vulnerable son dos de las claves que propone la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) para que los países en desarrollo puedan diversificar sus economías y progresar.

Rebeca Grynspan, secretaria general de la Unctad, dijo que “el camino hacia una diversificación inclusiva y más sostenible está a nuestro alcance, pero exige un firme compromiso político por parte de los países en desarrollo dependientes de los productos básicos, y de sus socios para el desarrollo”.

La Unctad ha presentado su Informe sobre Productos Básicos y Desarrollo 2023, en el que pone de relieve las medidas necesarias, a escala nacional y mundial, para hacer frente al triple reto del desarrollo que suponen la dependencia de los productos básicos, la desigualdad y el cambio climático.

“Este informe presenta un enfoque holístico que puede impulsar el desarrollo sostenible, salvaguardar a las poblaciones vulnerables y contribuir a los objetivos climáticos mundiales”, dijo Grynspan.

En primer lugar se propone que la comunidad internacional apoye las políticas industriales verdes en los países en desarrollo dependientes de los productos básicos, con el fin de transformar y diversificar sus economías en el contexto de la transición energética hacia un futuro con bajas emisiones de carbono.

Se trata de “políticas sectoriales que reconfiguren la estructura de producción económica de un país, atrayendo inversiones para aumentar el valor añadido nacional de los países y su integración en las cadenas de suministro regionales y mundiales”.

El proceso apuntaría a “reducir la dependencia de los productos básicos, promover objetivos económicos y sociales y generar beneficios ambientales”, en particular en los países en los que 60 % o más de los ingresos por exportación de mercancías proceden de productos primarios, como el petróleo, el cobre y el trigo.

Esta dependencia conlleva vulnerabilidad, ante conmociones económicas y políticas que sufren los mercados mundiales de productos básicos, como la pandemia covid-19 y la guerra en Ucrania.

“El camino hacia una diversificación inclusiva y más sostenible está a nuestro alcance, pero exige un firme compromiso político por parte de los países en desarrollo dependientes de los productos básicos, y de sus socios”: Rebeca Grynspan.

El informe advierte por ejemplo que muchos países dependientes de las exportaciones de combustibles fósiles sufrirán las consecuencias de la rápida descarbonización de la economía mundial.

Sus estimaciones sugieren que para limitar el calentamiento global a dos grados centígrados por encima de los niveles preindustriales (1850-1900), objetivo de las conferencias sobre el cambio climático, una proporción significativa de los recursos naturales tendrá que permanecer sin utilizar.

Se trataría de un tercio del petróleo mundial, la mitad del gas natural y más de 80 % de las reservas de carbón.

En general, la dependencia de muchos países en desarrollo de la exportación de productos básicos refuerza su vulnerabilidad, particularmente en los que dependen de pocos rubros, o incluso de un solo producto.

Durante el período de 2019 a 2021, 76 % de los países menos adelantados, 81 % de los países en desarrollo sin litoral y 61 % de los pequeños Estados insulares en desarrollo dependían de los productos básicos, en comparación con 13 % de las economías desarrolladas.

Por ejemplo, en ese lapso, el cobre, el oro y el petróleo crudo representaron 69 %, 77 % y 91 % de los ingresos totales por exportación de mercancías de Zambia, Suriname e Iraq, respectivamente.

La dependencia de los productos básicos está altamente correlacionada con niveles más bajos de desarrollo humano y social, lento crecimiento de la productividad, volatilidad de los ingresos, inestabilidad macroeconómica y política, y volatilidad de los tipos de cambio, subraya el reporte.

En 2021, los países en desarrollo dependientes de los productos básicos representaban 29 de los 32 países clasificados como de bajo desarrollo humano, según el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud).

Por eso la Unctad plantea que se apoye la diversificación económica y la agregación de valor en los países dependientes de los productos básicos, para ayudarles a fortalecerse frente a las perturbaciones y la volatilidad que emanan de los mercados mundiales y que escapan al control de un solo país.

Los países en desarrollo dependientes de los productos básicos “deberían ascender en las cadenas de valor mundiales, especialmente en las relacionadas con minerales fundamentales para la transición energética, como el cobalto, el litio y el cobre”.

Eso aumentaría la resistencia de las cadenas de suministro y beneficiaría tanto a los productores como a los consumidores de productos ecológicos, contribuyendo en última instancia a mitigar el cambio climático, indicó el informe.

“Las políticas industriales verdes, apoyadas por socios internacionales, serán fundamentales a medida que los países reconfiguren sus estructuras económicas hacia un futuro más eficiente desde el punto de vista energético y con bajas emisiones de carbono”, resaltó.

El informe insiste en que se deben desarrollar capacidades productivas y tecnológicas, crear oportunidades de empleo de alta calidad, promover la cohesión social, una transición justa y la igualdad de género.

Destaca factores que favorecen la diversificación económica, como facilitar el acceso a los mercados, aumentar la disponibilidad de tecnología y bienes de capital, hacer más asequible el crédito y establecer zonas económicas especiales, así como un sector energético eficiente, inclusivo y confiable.

Desarrollar nuevos mercados energéticos y productos ecológicos puede ayudar a crear nuevos puestos de trabajo, aumentar los ingresos y reducir la brecha entre las zonas urbanas y rurales.

El informe considera que aunque la diversificación aporta beneficios económicos al crear nuevos sectores en la economía, los distintos niveles de productividad de también entrañan el riesgo de profundizar la desigualdad dentro de los países.

Se requiere “un liderazgo y una voluntad política fuerte a nivel nacional e internacional” con las cuales impulsar nuevas estrategias que abarquen a la vez políticas de comercio, industrialización, fomento de las exportaciones, inversión, desarrollo de infraestructuras, educación, sanidad, finanzas y energía.

Para que la diversificación y la transición energética tengan efectos positivos en la reducción de la desigualdad de ingresos, los países deben aplicar medidas sociales que apoyen a los grupos vulnerables como parte de una estrategia inclusiva.

El informe también subraya la necesidad de planes nacionales inclusivos para mejorar el acceso a la energía y las oportunidades de desarrollo del capital humano, como la educación, la atención sanitaria y los programas de capacitación.

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