En las calles residenciales y de escaso tránsito en Caracas es posible ver automóviles que tienen años abandonados por sus propietarios. Probablemente migraron de Venezuela o no tienen dinero para una reparación que permita vender el vehículo. Imagen: Humberto Márquez / IPS
CARACAS (Por Humberto Márquez / IPS) Diego acaba de matricularse para estudiar periodismo en una universidad de la capital de Venezuela y, con 2000 dólares reunidos entre familiares, se ha comprado su primer automóvil, un pequeño Ford del año 2007 todavía apto para llevarle a las aulas desde su casa en el vecino puerto caribeño de La Guaira.
Tomás, el vendedor, un experimentado fisioterapeuta, se marcha a España donde le aguarda sin demoras una plaza de trabajo, “por lo que me deshago rápido de cosas que me den dinero para instalarme allá, como muebles, enseres y aparatos, pero por ahora solamente uno de mis dos carros”, comentó a IPS.
“Este Fiesta (modelo de Ford) fue mi primer carro, lo quise mucho, pero no hago nada guardando dos vehículos. Conservo una camioneta del año 2011 que está en buen estado, por si acaso no me va bien y debo regresar”, agregó el profesional que como otras fuentes que brindaron su testimonio pidió no difundir su apellido “por seguridad”.
“El parque automotor de Venezuela es de unos 4,1 millones de vehículos, con una edad promedio de 22 años, y 25 % está paralizado. La pérdida de poder adquisitivo de los propietarios ha hecho que la mayoría de ellos demoren en realizar mantenimiento a sus vehículos, y en cambiar los repuestos que sufren desgastes y consumo, como neumáticos, frenos, amortiguadores y aceites”: Omar Bautista.
La migración de casi ocho millones de venezolanos en los últimos 10 años, y el empobrecimiento general de la población, oxidan el que antaño fue un brillante parque automotor, aparcando por falta de mantenimiento a uno de cada cuatro vehículos y colocando el resto, envejecido, en camino a los depósitos de chatarra.
En los sótanos de estacionamiento, y en calles de pueblos y ciudades, duermen bajo capas de polvo y aparente olvido miles y miles de vehículos, porque sus dueños se marcharon o porque no tienen dinero para comprar las piezas de repuesto y pagar los costos de las reparaciones.
Por las calles de cualquier ciudad venezolana ruedan vehículos viejos y sin trazas de que se les vayan a hacer las reparaciones necesarias. El empobrecimiento de la población está en la raíz de este deterioro. Imagen: RrSs
El parque automotor envejece
Omar Bautista, presidente de la Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotores, dijo a IPS que “el parque automotor de Venezuela –un país ahora con 28 millones de habitantes- es de unos 4,1 millones de vehículos, con una edad promedio de 22 años, y 25 % está paralizado”.
“La pérdida de poder adquisitivo de los propietarios ha hecho que la mayoría de ellos demoren en realizar mantenimiento a sus vehículos, y en cambiar los repuestos que sufren desgastes y consumo, como neumáticos, frenos, amortiguadores y aceites”, observó Bautista.
Además, por contraste con la inmensa riqueza petrolera en su subsuelo, en Venezuela la gasolina es escasa y, luego de más de medio siglo como la más barata del mundo, ahora se vende a medio dólar por litro, un costo difícil de cubrir para la mayoría de los dueños de vehículos de uso particular o de transporte público.
El país necesitaría unos 300 000 barriles (de 159 litros) diarios de combustibles y desde hace varios años no puede disponer de más de 160 000, apunta el economista especializado en petróleo Rafael Quiroz, y las interrupciones en el trabajo de sus refinería son frecuentes.
Casi no hay edificio residencial que no tenga al menos un vehículo guardado a la espera de que sus propietarios regresen de viaje. Son parte del millón y medio de vehículos que está paralizado en el país. Imagen: Humberto Márquez / IPS
La plata no alcanza
El salario mínimo en Venezuela es de cuatro dólares mensuales, la mayoría de los trabajadores recibe hasta 50 dólares en compensaciones no salariales para alimentos, y el ingreso promedio según firmas de consultoría ronda los 130 dólares al mes.
Luisa Hernández, docente jubilada, gana un poco más impartiendo clases de inglés a particulares pero “la situación en mi casa es muy difícil, no me alcanza el dinero para pagar la reparación de mi corolla (un modelo de la japonesa Toyota), pero un mecánico amigo aceptó hacer el trabajo pagándole a plazos”, contó a IPS.
Los mecánicos llevan el pulso de la situación. “La gente se va y los carros se quedan parados muchas veces por años, y luego los dueños desde el exterior terminan vendiéndolos. Bastantes de esos he ido a buscar y los he trabajado para su venta”, dijo a IPS Daniel, encargado de un taller en el este de clase media de la capital.
Comenta que “mucha gente no vende los carros antes de irse pensando que la salida del país es algo transitorio de ‘a ver cómo nos va’, pero se quedan en el extranjero y entonces deciden la venta antes de que el vehículo se deteriore más y se deprecie”.
“Hay gente que se va y deja los carros guardados y desde fuera nos contactan para que de vez en cuando los revisemos y le hagamos un mantenimiento. O se lo encarga a un familiar. Hay gente que viaja y regresa, pero la mayoría apuesta por vender”, indica a IPS el también mecánico Eduardo González.
Esa situación “ha favorecido al que compra, porque puede tener un carro por un precio bajo, pero el problema viene después, porque ese carro muy usado va a demandar repuestos y mantenimiento, y eso resulta costoso y muchas veces las piezas son difíciles de conseguir”, agregó González.
Esa misma dificultad es también preocupante para los propietarios de los taxis, autobuses y microbuses privados que transportan pasajeros, así como los camiones de carga.