Desconfianza, desencanto y alejamiento de la participación ciudadana marcan el sentir de miles de jóvenes peruanos frente al actual régimen.
La brecha entre la juventud y la política se ha profundizado significativamente durante la gestión de la presidenta Dina Boluarte, según diversas voces del ámbito académico, social y juvenil. El aumento de la represión, la falta de reformas reales y la desconexión con las demandas ciudadanas han generado un creciente desencanto en los sectores jóvenes del país.
“Con este gobierno, muchos jóvenes sienten que la política ya no es un espacio de cambio, sino un escenario de corrupción, indiferencia y violencia institucional”, afirma un representante estudiantil universitario. El alejamiento de la política no solo se traduce en apatía electoral, sino también en la reducción de espacios de diálogo, organización y movilización juvenil.
El uso desmedido de la fuerza en protestas, los escándalos por incremento de sueldos en el Ejecutivo, y el silencio ante crisis como la masacre en Pataz o el desempleo juvenil, han erosionado gravemente la legitimidad del aparato político entre los nuevos votantes.
Analistas advierten que la indiferencia del Gobierno frente a las aspiraciones de la juventud puede tener consecuencias de largo plazo, debilitando la democracia y cerrando las puertas a una generación que busca ser escuchada, representada y partícipe de las decisiones que marcarán el futuro del país.