Con un emotivo cierre a medianoche, el Perú despidió al histórico terminal que acompañó despedidas, llegadas y sueños por más de 60 años.
El reloj marcó las 11:59 p. m. del sábado 1 de junio y, con un gesto simple pero cargado de historia, se cerraron por última vez las puertas de embarque del antiguo terminal del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Aquel edificio que vio despegar millones de sueños y abrazó miles de reencuentros apagó sus luces, cerrando así una etapa crucial en la memoria colectiva del Perú.
El último adiós al Jorge Chávez que conocimos
Decenas de personas, trabajadores y vecinos se congregaron frente a la avenida Elmer Faucett para despedirse del espacio que durante más de seis décadas fue el corazón aéreo del país. La emoción fue incontenible. Hubo abrazos, lágrimas y fotos de recuerdo, mientras las luces del terminal se apagaban una a una en un acto simbólico que marcó el final definitivo de sus operaciones.
Los últimos vuelos en despegar fueron con destino a Los Ángeles y Santiago de Chile. El último en aterrizar llegó desde Iquitos. Con ellos, se cerró una era. Para los trabajadores, como Maciel Serna —quien laboró allí por nueve años— fue más que un cambio: “Este lugar nos abrió las puertas. Lo dejo con gratitud”.
Del recuerdo al futuro: un aeropuerto renovado
Con más de 2.000 millones de dólares de inversión, el nuevo terminal del Jorge Chávez abrió sus puertas oficialmente a las 8:00 a. m. del domingo 1 de junio. Ubicado en la avenida Morales Duárez, cuenta con 270 mil metros cuadrados, 46 puertas de embarque y capacidad para 40 millones de pasajeros al año. Se espera que se convierta en uno de los hubs más importantes de América Latina.
Durante 12 horas —de 1:00 a. m. a 1:00 p. m.— se realizó un apagón aeronáutico para permitir el traslado tecnológico y operativo hacia las nuevas instalaciones.
Una despedida que duele, pero deja huella
El cierre del antiguo Jorge Chávez no fue solo logístico, fue profundamente emocional. Muchos lo consideran su segundo hogar, el lugar donde comenzó su vida laboral o donde despidieron a sus hijos que partían al extranjero. “Fue el inicio de todo”, dijo un trabajador conmovido. Esa huella humana, esa conexión afectiva, es lo que hace de este cierre algo más que una transición estructural.
El legado del viejo Jorge Chávez no desaparece
A diferencia de otros cierres definitivos, el antiguo terminal no será demolido. Será reconvertido en un centro de servicios logísticos y administrativos que complementará al nuevo aeropuerto. “Cerramos una etapa y damos paso a una infraestructura moderna que fortalece nuestra conectividad y desarrollo”, declaró el ministro de Transportes, César Sandoval.
Así, mientras el país celebra una nueva era en la aviación, también rinde homenaje a un espacio que —más allá del cemento y los vuelos— se convirtió en parte del alma del Perú.