Una reciente serie de asaltos en distintos distritos de Lima ha encendido las alarmas sobre la efectividad de la norma que obliga a los motociclistas a portar chalecos reflectantes con el número de placa visible. Lejos de actuar como elemento disuasivo, esta medida estaría siendo utilizada por delincuentes como parte de su disfraz para pasar desapercibidos en el espacio público.
Durante el último fin de semana, cámaras de seguridad captaron al menos cuatro asaltos cometidos bajo un mismo patrón: motos con chalecos anaranjados y mochilas de reparto, cuyos ocupantes interceptan a peatones y huyen rápidamente. Los casos registrados en Surco, Los Olivos, Lince y el Cercado de Lima exponen una realidad preocupante: la medida no solo no previene el delito, sino que brinda una falsa percepción de legalidad.
La situación se agrava con la clonación de placas, el uso de números falsos en los chalecos y la continua violación de la prohibición de llevar acompañantes en moto. Esta dinámica está debilitando el valor de la norma como herramienta de fiscalización e identificación efectiva.
Estas evidencias reabren un debate crucial: ¿cómo lograr que las políticas públicas de seguridad realmente funcionen en la práctica y no se conviertan en instrumentos vulnerables? ¿Dónde están los fallos en la fiscalización, control y trazabilidad de estas disposiciones?
Lima enfrenta un reto urgente: replantear las estrategias de seguridad ciudadana y movilidad urbana con enfoques integrales, que combinen regulación, inteligencia tecnológica y control territorial. De lo contrario, las normas bien intencionadas seguirán siendo utilizadas por el crimen como herramientas de camuflaje.