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IA generativa: ni va a dominar el mundo ni debemos quedarnos sin hacer nada al respecto

Por Evandro Armelin, Head de Data y Analytics Americas

Más de 100 millones de usuarios en apenas dos semanas. Claramente, ChatGPT conmovió los cimientos del mundo desde su aparición en noviembre del año pasado: una inteligencia artificial generativa capaz de producir textos, llevar adelante conversaciones y escribir código de programación, entre otras habilidades, a una velocidad sorprendente y con una capacidad de respuesta que da la sensación de ser “humana”.

Las reacciones ante esta novedad impactante fueron diversas. En un extremo se encuentran quienes creen que se trata de una suerte de “solución universal”: una herramienta capaz de resolver todos los problemas casi por arte de magia. En el otro rincón, están quienes aseguran que el cambio no va a ser tan drástico (es probable que estas mismas personas hayan negado el poder transformador de internet cuando esta apareció, hace ya dos décadas y media). Seguramente, esto tienda al equilibrio: la IA no va a dominar el mundo, pero tampoco va a convertirse en una moda pasajera.

Más allá de los matices, la realidad nos muestra que esto cambiará la forma en que trabajamos, nos comunicamos, estudiamos, nos entretenemos y hacemos nuestras actividades cotidianas. ¿Qué debemos hacer al respecto? En lo inmediato, necesitamos conocer la tecnología: capacitarnos, entender sus alcances y sus limitaciones y generar expectativas razonables respecto de lo que puede hacer y lo que no. Hacernos todas estas preguntas nos va a ayudar a desmitificar este momento de incertidumbre y prepararnos mejor para lo que viene. Los líderes de las organizaciones deben enfocarse en que todos los miembros de sus equipos reciban la formación adecuada.

La importancia de la perspectiva humana

También debemos poner la mirada un poco más allá en el horizonte y asumir que en el mediano y el largo plazo que una parte importante de las actividades que desarrollamos de manera manual serán automatizables y que otra parte seguirá siendo realizada por humanos, pero con el soporte y la participación de la IA. Un nuevo concepto de “equipo de trabajo”.

Necesitamos repensar el valor agregado humano que aportamos a todo lo que hacemos: entender problemas, desarrollar empatía, imaginar soluciones… Los modelos de lenguaje no tienen la capacidad autónoma de tomar decisiones éticas o morales ni garantizan, por el momento, la veracidad y la precisión al 100% de las respuestas que generan. La perspectiva humana continúa siendo indispensable.

Por otra parte, la IA generativa no debe ser vista como una tecnología aislada: tenderá a embeberse en todos los procesos, en todas las funciones, en todas las herramientas. En el mundo de las organizaciones, las opciones terminarán simplificándose en dos: aquellas que serán capaces de capitalizar su inabarcable potencial y aquellas que, por no hacerlo, quedarán inexorablemente fuera del mercado.

La inteligencia artificial generativa ya está entre nosotros y su impacto en todos los órdenes de la vida es indiscutible (y difícil de medir aún). Cuanto más preparados estemos, mejor podremos aprovecharla.

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