Municiones de racimo apiladas y listas para su destrucción en Perú. Human Rights Watch considera un hito importante que el país andino cumpla con esa medida contemplada en la Convención internacional sobre la materia, y reclama que cese la producción y uso de esas armas que afectan sobre todo a la población civil en medio de conflictos. Imagen: NPA
NUEVA YORK (Corresponsal de IPS) La organización humanitaria Human Rights Watch (HRW) celebró este lunes18 que Perú haya destruido sus municiones de racimo, como un hito que muestra el rechazo global a esas armas, y a pesar de que varios países continúan produciéndolas, usándolas o transfiriéndolas a terceros.
Mary Wareham, directora de incidencia de la división de armas de HRW, dijo que “la eliminación por parte de Perú de esas municiones es un enorme logro de cara al cumplimiento de los términos de la Convención sobre Municiones de Racimo”.
“Los gobiernos deberían aplicar el mismo vigor y determinación a la hora de limpiar y destruir los restos de municiones de racimo de áreas contaminadas, y para ayudar a las víctimas de esas armas”, agregó Wareham.
Con la eliminación por parte de Perú, todas las partes del tratado cumplen ahora con la prohibición de almacenamiento de reservas.
En total 112 países son parte de la Convención, que prohíbe completamente las municiones de racimo y exige la destrucción de los arsenales, la limpieza de los restos de esas municiones, y la asistencia a las víctimas de tales armas.
Las municiones de racimo pueden lanzarse desde tierra mediante sistemas de artillería, cohetes, misiles y proyectiles de mortero, o arrojarse desde aviones. Suelen abrirse en el aire, dispersando múltiples submuniciones o pequeñas cargas explosivas en un amplio radio.
Muchas submuniciones no estallan en el momento del primer impacto, por lo que dejan peligrosos restos similares a las minas terrestres que, durante años, pueden causar muertes y mutilaciones indiscriminadas, hasta que son retiradas y destruidas.
Perú nunca fabricó ni utilizó municiones de racimo, pero las importó en el pasado, antes de adoptar la Convención, que entró en vigor en ese país en 2013.
En 2017 comenzó a destruir un arsenal de 2012 municiones de racimo de uso desde el aire, y 162 417 submuniciones. Inicialmente se comprometió a destruir las reservas antes de la fecha límite de la Convención, en marzo de 2021, pero posteriormente solicitó y recibió una prórroga de tres años.
Perú finalizó el proceso de destrucción el 15 de diciembre de 2023, convirtiéndose en el último Estado parte en cumplir con esta obligación.
Según el Monitor de Municiones de Racimo, que HRW ayuda a elaborar, antes del inicio del esfuerzo global para prohibir esas armas, aproximadamente 95 países almacenaban millones de municiones de racimo, que contenían más de 1000 millones de submuniciones.
El artículo 3 de la Convención exige que cada Estado parte declare y destruya todas las municiones en racimo almacenadas bajo su jurisdicción o control lo antes posible, y a más tardar ocho años después de que el tratado entre en vigor en ese país.
En total, los Estados parte en la Convención han destruido 179 millones de municiones en racimo y 1489 millones de submuniciones, que constituyen la totalidad de las municiones de racimo declaradas.
A principios de 2023, Bulgaria, Eslovaquia y Sudáfrica anunciaron formalmente haber concluido la destrucción de sus municiones de racimo almacenadas. Los tres países destruyeron un total de 9582 municiones de racimo y 585 422 submuniciones.
El monitor guiado por HRW concluyó que 95 % de las personas reportadas muertas o heridas por municiones de racimo durante 2022 eran civiles.
Los ataques con municiones de racimo mataron o hirieron al menos a 987 personas en 2022, de las cuales 890 estaban en Ucrania, donde Rusia ha utilizado antiguas reservas de municiones de racimo y otras recientemente desarrolladas desde su invasión a gran escala iniciada el 24 de febrero de 2022.
Las fuerzas ucranianas también han utilizado municiones de racimo, provocando víctimas civiles.
El ejército de Myanmar y las fuerzas del gobierno sirio también utilizaron municiones de racimo en 2022, causando daños a civiles. Ninguno de estos países ha firmado o ratificado la Convención sobre Municiones de Racimo.
Estados Unidos tampoco ha prohibido las municiones de racimo y este año transfirió a Ucrania una cantidad no especificada de estas armas almacenadas, de 155 milímetros, que liberan submuniciones, a ser lanzadas por artillería.
En octubre, Estados Unidos transfirió a Ucrania sus existencias de municiones de racimo lanzadas por misiles balísticos, con un alcance de 160 kilómetros, cada una de las cuales contiene 950 submuniciones. La tasa de falla de estas municiones de racimo se estima en entre el 5 y el 10 por ciento.
HRW considera que al menos 47 países que no han firmado ni ratificado la Convención almacenan reservas de estas armas, incluidos Brasil, China, Corea del Norte y del Sur, Egipto, Estados Unidos, Grecia, India, Irán, Israel, Pakistán, Polonia, Rumania, Rusia, Singapur y Turquía, productores de municiones de racimo.
En América Latina y el Caribe son parte de la Convención Antigua y Barbuda, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Trinidad y Tobago y Uruguay.
“Los países que continúan produciendo, utilizando o transfiriendo municiones de racimo deberían reconsiderar sus acciones a la luz del daño civil que causan. Deben adaptar sin demora sus políticas y prácticas a la prohibición internacional”, concluyó Wareham.