Según una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática el año pasado, el 50% de mujeres en el Perú han sufrido algún tipo de violencia.
El caso de agresión de Christian Cueva y su aún esposa Pamela Lopéz es sin duda una muestra más de la poca importancia que se le da a la salud mental en nuestro sistema de salud pública. Forcejeos, puñetes y un intento de ahorcamiento son lo que resumen una escena llena de insultos y agresiones que evidencian el perfil psicológico de un aparente «agresor en potencia».
La especialista en psicología de Surco Salud, Sussy Esteban Sánchez, realizó un breve análisis del perfil psicológico de la pareja, donde se puede notar que el seleccionado presenta un trastorno de la personalidad antisocial.
«Las personas como Christian Cueva, con este tipo de personalidad, tienden a prestar poca atención a los sentimientos de su entorno, mienten con frecuencia, no respetan los derechos ni opiniones de los demás, son personas agresivas e impulsivas», mencionó.
En otro momento, la psicóloga también analizó la personalidad de Pamela López, indicando que tiene un trastorno de personalidad dependiente y necesita estar acompañada. Así mismo, denota actitudes de sumisión y le cuesta tomar decisiones por miedo a cuidar de sí misma o por falta de confianza en ella y sus capacidades.
La denuncia tardía de parte de López también ha sido muy cuestionada en redes sociales, ya que la pareja ha atravesado por diversas rupturas producto de la infidelidad del futbolista. La personalidad de cada individuo es distinta. El tiempo o el proceso que le tome para realizar cambios o mejoras en su vida también es muy diferente y va a depender de diversos factores.
En este punto, es importante mencionar que tras una investigación realizada en mujeres maltratadas, se identificaron cuatro fases para describir el proceso de agresión:
● La unión: la mujer invierte esfuerzo en tener contenta a su pareja y siente que, si logra hacerlo todo bien, los problemas desaparecerán. Aquí se piensa en abandonar a la pareja, pero no hay planes concretos para llevar la separación a cabo.
● Permanencia: la mujer continúa pensando que ella es la culpable, se retrae cada vez más, desarrollando sentimientos de minusvalía y perdiendo la esperanza de que la situación mejore, se siente atrapada en una relación que cree no poder dejar, con el miedo de quedarse sola.
● Desvinculación: la mujer se empieza a identificar con otras mujeres en una situación similar y ya puede darle nombre a lo que le está pasando. Aparecen sentimientos de rabia hacia ella y su pareja, mezclados con el miedo. Es esta rabia la que posibilita que la mujer se movilice y salga de la relación. Este es un proceso que puede requerir de varios intentos antes de conseguirlo exitosamente.
● Recuperación: Se produce la separación definitiva del maltratador. Sin embargo, esto no implica que la violencia cese. Debe pasar por un periodo de duelo y buscar un nuevo sentido a su vida. Trata de entender lo que su pareja le hizo y busca explicaciones sobre las razones que le hicieron quedarse en la relación todo ese tiempo.
Según una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática el año pasado, el 50% de mujeres en el Perú han sufrido algún tipo de violencia, cifras que sin duda continúan en aumento. Una persona agredida puede sanar; sin embargo, requiere de un acompañamiento psicológico, orientación y monitoreo constante.
La especialista de Surco Salud brindó algunas recomendaciones frente a estos casos:
● Asistir a psicoterapia individual cognitivo-conductual, centrándose en autoestima, para un mayor conocimiento de fortalezas e interiorizarlas.
● Participar en talleres de inteligencia emocional sobre el control de sus emociones e impulsos.
● Tener terapia psicológica centrada en la comunicación afectiva y asertiva en el ámbito familiar para fortalecer lazos.
● Fomentar actividades de integración en el ámbito familiar.
Si nosotros somos testigos de una situación de violencia, debemos intervenir, brindar el apoyo y acudir a una dependencia policial. Tenemos que ser la red de apoyo, no juzgar ni criticar y sobre todo alejar a la víctima y a los menores si es que los hubiere del agresor.