En medio de un enfrentamiento con comerciantes informales, una mujer le mordió la oreja a un sereno de 23 años y le desprendió una parte.
Tras los violentos hechos ocurridos durante un operativo municipal en Lurigancho-Chosica, donde un sereno fue brutalmente agredido por una comerciante informal que le arrancó parte de la oreja de una mordida, la Municipalidad enfrenta un desafío urgente: garantizar la seguridad de su personal y recuperar el control del espacio público sin recurrir a la violencia. Esta situación pone en evidencia la necesidad de una respuesta firme, organizada y multisectorial frente al desborde del comercio ambulatorio.
La primera medida debe ser la denuncia inmediata de los agresores ante el Ministerio Público, respaldada por las grabaciones de las cámaras de seguridad que registraron la agresión. La comuna debe brindar apoyo legal a los serenos y fiscalizadores afectados, así como exigir sanciones ejemplares por agresión contra la autoridad, un delito que debe ser tomado con máxima seriedad por el sistema judicial.
Es vital que los próximos operativos municipales cuenten con el acompañamiento de la Policía Nacional del Perú (PNP). La presencia policial no solo brindará protección a los trabajadores ediles, sino que también actuará como un elemento disuasivo ante posibles brotes de violencia. La coordinación entre municipio y policía debe fortalecerse para garantizar intervenciones seguras y efectivas.
Además, la Municipalidad debe implementar un plan integral de reordenamiento del comercio informal, que incluya la habilitación de espacios autorizados para los vendedores, ferias zonales o mercados alternativos. Estas soluciones no solo evitarían la ocupación ilegal de las vías públicas, sino que también permitirían a los comerciantes informales acceder a condiciones de trabajo más dignas y reguladas.
El municipio debe acompañar estas medidas con campañas de concientización sobre el respeto a la autoridad y el orden urbano, además de ofrecer atención médica y psicológica a su personal afectado. La agresión sufrida por el sereno no debe minimizarse; es fundamental que se atienda tanto su salud física como emocional, y que se brinden condiciones adecuadas para su recuperación.
Por último, se requiere una revisión exhaustiva de los protocolos de intervención en operativos de desalojo, dotando a los serenos de herramientas apropiadas, formación en gestión de conflictos y refuerzo del sistema de videovigilancia. La violencia no puede ser parte del paisaje urbano, y corresponde a las autoridades municipales dar el ejemplo aplicando la ley con firmeza, pero también con humanidad y previsión.