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Más de 400 mil niños peruanos no asisten al jardín: los riesgos de postergar la educación inicial

Si bien la escuela cumple un rol esencial, la familia es el primer entorno educativo.

Aunque la Ley General de Educación establece que la educación inicial es obligatoria en el Perú, todavía queda un largo camino por recorrer en cobertura y acceso. Así, son cientos de miles los niños que no asisten a este nivel formativo. Según cifras del Ministerio de Educación y estimaciones poblacionales del INEI, más de 400 mil menores de entre 3 y 5 años no están matriculados en ningún centro educativo, una situación que podría comprometer su desarrollo cognitivo, emocional y social.

“La educación inicial no es un lujo, es una necesidad. En esta etapa se construyen las bases para aprender a convivir, regular emociones, desarrollar el lenguaje y explorar el mundo a través del juego”, señala Ursula Espinal, directora de Innova Teaching School, institución especializada en formación docente.

Una etapa clave, no opcional

Diversos estudios internacionales coinciden en que los primeros años de vida son determinantes en el desarrollo del cerebro. De hecho, el Banco Mundial advierte que los niños que asisten a educación inicial tienen hasta 25% más posibilidades de culminar la secundaria, en comparación con aquellos que no acceden a este nivel educativo.

A nivel nacional, la brecha educativa se hace más evidente en zonas rurales, donde las barreras de acceso, la informalidad del cuidado infantil y la desinformación contribuyen a que muchos padres no valoren la importancia de la educación temprana. Para los especialistas, esto puede tener efectos negativos a corto y largo plazo: niños que ingresan a primaria sin habilidades sociales, con poco desarrollo del lenguaje o dificultades para seguir instrucciones.

“Retrasar el ingreso al jardín no significa que el niño aprenda más en casa, significa que se pierde una oportunidad valiosa de desarrollar capacidades esenciales en un entorno preparado para ello”, enfatiza Espinal.

El juego como motor del aprendizaje

Un aspecto fundamental que diferencia a la educación inicial de otros niveles es su enfoque en el juego como herramienta pedagógica. Contrario a la creencia común de que los niños “solo juegan”, la evidencia muestra que el juego es el principal medio de aprendizaje en la infancia.

Estudios del Center on the Developing Child de la Universidad de Harvard indican que el juego fortalece funciones ejecutivas del cerebro, como la memoria, el autocontrol y la flexibilidad cognitiva. También fomenta la creatividad, la resolución de problemas y la comunicación.

“El juego no es una pérdida de tiempo. Es una estrategia educativa que permite al niño experimentar, equivocarse y volver a intentar. A través del juego, los niños aprenden sin darse cuenta que están aprendiendo”, añade la directora de Innova Teaching School.

Rol de la familia: aliados del aprendizaje

Si bien la escuela cumple un rol esencial, la familia es el primer entorno educativo. Por ello, se recomienda a los padres establecer rutinas, compartir tiempos de lectura afectiva en casa, conversar con sus hijos, posibilitar el juego y limitar el uso de pantallas. Estas acciones no reemplazan al jardín, pero sí lo complementan y contribuyen con el desarrollo integral del niño.

Desde el sector educativo, el llamado es a reconocer que garantizar el acceso a la educación inicial no solo es una tarea del Estado, sino también de la sociedad y las familias.

“Invertir en educación inicial es invertir en el futuro del país. No hay mejor política pública que asegure resultados sostenibles que comenzar bien desde los primeros años de vida”, concluye Espinal.

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