Mientras se inaugura un terminal de nivel internacional, la Policía Antidrogas recibe un cuartito sin celdas, duchas ni equipamiento para frenar el narcotráfico.
El nuevo Aeropuerto Internacional Jorge Chávez promete lujo, eficiencia y comercio. Pero olvidó un pequeño detalle: la lucha contra el narcotráfico. A pocos días de su inauguración, se ha revelado que la Dirección Antidrogas de la Policía Nacional (Dirandro) ha sido relegada a espacios reducidos, sin condiciones mínimas de seguridad ni infraestructura funcional. Un verdadero regalo para los burriers y las mafias que trafican cocaína.
Según reveló Hildebrandt en sus trece, la Dirandro apenas cuenta con 120 metros cuadrados en el nuevo terminal. Las oficinas tienen paredes de drywall, no hay celdas seguras, ni duchas, ni espacio para el servicio canino. ¿Y las celdas? Se convirtieron en dormitorios. “Con un puñetazo se destruye una celda”, denunció el congresista Alfredo Azurín, policía en retiro, tras inspeccionar las instalaciones.
Todo esto ocurre en uno de los principales países productores de cocaína del mundo, cuyo aeropuerto principal atenderá a más de 40 millones de pasajeros por año. Pero al parecer, para Lima Airport Partners (LAP), combatir el narcotráfico no es tan importante como abrir tiendas duty free y restaurantes de diseño.
El criminólogo Nicolás Zevallos fue tajante: “¿Cómo es posible que en el aeropuerto de un país con este nivel de producción de droga no se haya priorizado un espacio digno para la Dirandro?”. La respuesta es clara: los intereses comerciales pesan más que el interés nacional.
El contrato de concesión obliga a LAP a dotar de oficinas adecuadas a entidades del Estado. Pero como el anexo con los requisitos no se actualiza desde 2003, la empresa cumplió con lo mínimo posible. El resultado: una Policía Antidrogas sin tomógrafos modernos, con bodyscans obsoletos y sin recursos para enfrentar a mafias cada vez más sofisticadas.
Una vez más, la lucha contra el crimen queda marginada para no incomodar el negocio privado. ¿Eso es modernización o es complicidad?