Por Antero Flores-Araoz
Por lo general, cuando en nuestra patria hablamos de héroes, lo primero que viene a la mente son los héroes militares, como los que lucharon en la guerra independentista, así como los que lucharon en la Guerra del Pacífico, del Cenepa y de diversas otras confrontaciones bélicas que hemos tenido con nuestros vecinos por la soberanía de nuestro territorio, al igual que para enfrentar al terrorismo homicida y, a la delincuencia más perversa,
Sin embargo, olvidamos a innumerables héroes civiles, por supuesto sin mala intención, en la errada conceptuación que el heroísmo se da en el campo de batalla y en acciones policiales. Teniendo gran valor los actos de heroicidad militar y policial, los tenemos presentes pues por su formación, vocación y actuación, esperamos siempre el heroísmo y entrega a la patria de los militares de las tres instituciones castrenses así como de la Policía Nacional.
A los héroes militares y policiales tenemos que agregar los civiles, y los hemos tenido de inconmensurable valor como fuera el mártir de la patria José Olaya Balandra, María Parado de Bellido, Mariano Melgar, Hipólito Unanue, Francisco de Paula Gonzáles Vigil y Daniel Alcides Carrión, entre muchos otros. A todos ellos el Estado ha tenido por bien rendirles homenaje, titulando con sus nombres a colegios, hospitales, centros de instrucción superior, calles y otros establecimientos públicos.
Sin embargo, hay muchos otros héroes civiles que no debemos olvidar, pero si recordar con aprecio, respeto y rindiéndoles debido homenaje para que sus nombres queden grabados no solo en los anales de la Historia, sino en la mente y corazón de todos los ciudadanos y los que los sucedan en nuestra Nación.
Nos referimos por ejemplo a los ronderos que sacrificadamente lucharon contra las hordas terroristas, incluso antes de que lo hiciesen las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, poniendo el pecho por el Perú y hasta exponiendo a sus familias a las represalias de los terroristas asesinos.
También tenemos a los mineros que hicieron excavaciones y túneles para que los actores de la operación Chavín de Huántar pudiesen ingresar a la residencia del embajador del Japón y rescatar a los rehenes que tenían secuestrados algunos integrantes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), jefaturados por el terrorista Néstor Serpa Cartolini, a quien increíblemente un sujeto que llegó a ejercer la Presidencia de la República en período parcial, le pidió cobardemente su autógrafo y luego fue liberado por los secuestradores.
Evidentemente lo relatado contrasta con los actos de heroicidad en tales meses aciagos de personas como el Juez Supremo Ernesto Giusti Acuña, quién falleció en la operación militar a la que nos referimos, como también a otros que fueron heridos como el entonces canciller Francisco Tudela, que además conjuntamente con el almirante Luis Giampietri Rojas, también secuestrado, tuvieron encomiable participación facilitando el rescate.
Estamos también en deuda con personas como el entonces Ministro de Educación Domingo Palermo Cabrejos, negociador nombrado por el Gobierno y el entonces Obispo de Ayacucho Juan Luis Cipriani Thorne, negociador nombrado por la Santa Sede, quienes expusieron su vida e integridad personal en cada visita a la residencia del Embajador de Japón, pues no sabían si los iban a retener, a no dejar salir, a cegarles la vida o ser lesionados. Además, en el caso del último de los nombrados, de heroica presencia conduciendo la Iglesia Católica en Ayacucho, en tiempos del terrorismo más cruel, violento e inhumano. Todos ellos y muchos más, son héroes nacionales que se han granjeado el respeto ciudadano, pero aún hay deuda por saldar con ellos, para que nunca se olviden. Ellos si son héroes, no como los lamentablemente fallecidos (Inti y Bryan) por obra de otros sediciosos en las injustificadas protestas de noviembre del 2020,a los que el presidente de turno extrañamente los elevó a la categoría de héroes, poniéndolos a nivel de Miguel Grau Seminario, Francisco Bolognesi Cervantes y Alfonso Ugarte Vernal. Vergonzoso por cierto.