Más allá de ser una fuente de diversión, el juego es una herramienta educativa de gran valor. Cuando se utiliza de manera estratégica, promueve y desarrolla el aprendizaje gracias a sus características únicas como la capacidad de cometer errores sin miedo al fracaso, el establecimiento de metas, la concentración plena, el disfrute del esfuerzo y el aprendizaje socioemocional.
Happyland, la cadena de entretenimiento familiar que promueve la diversión y conexión familiar, junto a la experta en psicología clínica infantil Paola Virginia Muñoz Valera, profundizan en las cinco cualidades que hacen del juego una herramienta educativa incomparable.
- Espacios para el error: Aprender sin miedo. El error suele asociarse de forma incorrecta con el fracaso, en contextos educativos esto puede convertirse en un obstáculo para el aprendizaje. Sin embargo, el juego brinda un entorno liberador donde los errores carecen de consecuencias negativas, permitiendo a los estudiantes aprender de sus equivocaciones desde una mentalidad de crecimiento. En este espacio lúdico y seguro, cada desacierto se transforma en una oportunidad para fomentar la resiliencia y la creatividad, explorando nuevas estrategias para superar los desafíos, comprendiendo que el error es una parte inherente y enriquecedora del proceso de aprendizaje.
- Metas y logros: Desarrollo de habilidades. Los juegos diseñados para superar metas progresivas antes de alcanzar un objetivo final, fomentan el desarrollo de una comprensión estratégica y práctica para afrontar desafíos. En entornos educativos, esta estructura lúdica se traduce en habilidades clave como la organización de tareas, la priorización de actividades y la persistencia en la resolución de problemas, capacidades esenciales para el aprendizaje efectivo.
- Enfoque y concentración: mejora de la atención. El juego requiere un nivel de atención sostenida para superar los desafíos, condición que en el ámbito educativo puede aprovecharse. Las actividades lúdicas de atención plena permiten a los estudiantes practicar o fomentar el “estado de flujo”, condición óptima para el aprendizaje donde los estudiantes están completamente inmersos en la tarea, mejorando su enfoque y rendimiento.
- Esfuerzo agradable: fomento de la motivación. En el campo educativo, el juego emerge como un poderoso aliado para infundir motivación intrínseca en los estudiantes (motivación que surge de la satisfacción personal en lugar de recompensas externas). A través de desafíos cautivadores, las actividades académicas complejas o monótonas, se convierten en experiencias gratificantes. Este disfrute del esfuerzo conecta con el alumno, fomentando una actitud positiva hacia el aprendizaje y el trabajo arduo.
- Desarrollo socioemocional: colaboración y empatía. Más allá de los conocimientos académicos, el juego emerge como un catalizador para el desarrollo socioemocional. En su esencia de trabajo en equipo, enseña a los estudiantes habilidades de comunicación efectiva y colaboración. Las aulas se transforman en entornos donde a través de actividades cooperativas, los estudiantes aprenden a intercambiar ideas, llegar a acuerdos y perseguir metas comunes en equipo. Estas experiencias son esenciales para el desarrollo de habilidades socioemocionales, cruciales en la vida cotidiana y profesional.