● Los niños que experimentan privaciones en los primeros años de vida tienen más dificultades para enfrentar la vida adulta, incluida una mayor probabilidad de desempleo, ingresos más bajos y una salud precaria.
La pobreza se agudizó en el Perú, pero esta se acentúa sobre todo en la población más vulnerable: los niños y niñas entre 0 a 5 años de edad. Tal es así que 4 de cada 10 infantes menores de cinco años se encuentra en la pobreza, la cifra más alta por grupo etario, de acuerdo a las cifras del Instituto Nacional de Informática y Estadística al 2023.
Estas cifras ponen de relieve la crítica necesidad de una atención integral dirigida a los más vulnerables de nuestra sociedad. De acuerdo con Ariela Luna, especialista de Copera Infancia, la pobreza infantil y las necesidades de los niños es un problema multisectorial, que requiere de los diferentes frentes del Estado para atender y reducir la brecha económica, de salud y desarrollo.
“La pobreza durante la primera infancia no solo afecta el bienestar individual de los niños, sino que también tiene implicaciones más amplias para la sociedad en su conjunto. Los niños que experimentan privaciones en los primeros años de vida tienen más probabilidades de enfrentar obstáculos en su vida adulta, incluida una mayor probabilidad de desempleo, ingresos más bajos y una salud más precaria”, sostiene.
A partir del II Informe de Progreso de Políticas de Primera Infancia (2023) de Copera Infancia, la especialista resalta que para mejorar las acciones en beneficio de la primera infancia es necesaria la colaboración entre los distintos sectores del gobierno para implementar servicios eficaces en favor de la primera infancia. Así agrega que esto implica un liderazgo político sólido por parte del MIDIS y una coordinación efectiva para garantizar que las políticas sean coherentes y se ejecuten de manera adecuada.
“Los niños son el centro de nuestras acciones. Por ello, las políticas destinadas a la primera infancia deben implementarse de manera oportuna y es esencial para garantizar un acceso equitativo a servicios de calidad. Esto requiere adaptar las intervenciones a los contextos regionales específicos para mejorar la calidad de los servicios ofrecidos”, agrega.
En esa línea, la Dra. Luna reitera que el enfoque integral requiere incluir medidas para mejorar el acceso a recursos básicos, como alimentos nutritivos, atención médica y vivienda segura, así como un trabajo riguroso en la implementación de programas de apoyo a la primera infancia que promuevan un desarrollo saludable y equitativo desde el principio. “Hacemos un llamado a las autoridades para centrar su atención en esta etapa inicial del desarrollo de las personas, un pilar para sentar las bases de su futuro”, concluye.