Según los datos recopilados por el portal SiseVe hasta la fecha, Perú se enfrenta a una problemática alarmante: un total de 66,334 casos de violencia y acoso escolar han sido reportados. Estos casos se dividen en un 57% de abusos perpetrados por personal de la institución educativa hacia los escolares y un 43% de abusos entre los propios escolares. Las cifras indican que el 51% de los casos involucra a niñas y mujeres, mientras que el 49% afecta a niños y hombres. Los tipos de violencia reportados son 30,880 casos de violencia física, 24,040 casos de violencia psicológica y 11,414 de violencia sexual.
En este contexto, es crucial destacar la estrecha relación que existe entre la violencia en las escuelas y sus efectos en la salud mental de niños y adolescentes. La UNESCO propone un enfoque que aboga por «No al miedo: acabar con la violencia escolar para mejorar la salud mental y el aprendizaje.» Los efectos de la violencia y el acoso en las escuelas son perjudiciales no solo para la salud mental, sino también para la socialización y el proceso de aprendizaje de los jóvenes.
Según Regina Tagliabue, especialista en psicoterapia y docente de la Escuela de Posgrado de la Universidad Continental, el ciberacoso ha sido un punto de atención particular en el último año, ya que la pandemia forzó a una mayor interacción en línea. Si bien esto proporcionó apoyo emocional, también vio un aumento en el ciberacoso. Es esencial tener en cuenta que el desarrollo psicoafectivo de los niños y adolescentes está influenciado por sus compañeros, y la escuela juega un papel importante en esta dinámica.
La pandemia dejó a los niños y adolescentes desprovistos de interacción social y de espacios seguros en la escuela, lo que afectó su desarrollo emocional y social. Muchos regresan a la escuela pospandemia con cargas emocionales no procesadas, lo que les hace más vulnerables. Por ello, la escuela debe ser un lugar seguro y de desarrollo tanto para estudiantes como para docentes.
Las consecuencias psicológicas de la violencia y el acoso escolar incluyen ansiedad, depresión e ideaciones suicidas, entre otros. Estos efectos pueden ser duraderos y afectar el bienestar a largo plazo de los jóvenes. Ante esto, es importante no minimizar la gravedad de las agresiones, incluso si parecen inofensivas.
El ciberacoso es una amenaza creciente, con agresiones digitales que pueden tener graves consecuencias. La elección de víctimas basada en diferencias o vulnerabilidades es inaceptable y debe abordarse.
Asimismo, es fundamental trabajar en la prevención y resolución de conflictos, mejorando la calidad de la socialización en la escuela y fomentando el respeto por las diferencias, añadió Tagliabue. La comunidad escolar debe unirse para detener la violencia y el acoso en las escuelas.
En el 2013, el MINEDU implementó la plataforma SíseVecontra la violencia escolar, la cual permite registrar casos a nivel nacional y brindar seguimiento a la atención oportuna. Es fundamental divulgar esta plataforma y fomentar la denuncia de casos.
Por su lado, la UNESCO hace un llamado a todos los sectores para abordar este problema y poner fin a la violencia en líneay el ciberacoso. Los docentes desempeñan un papel crucial en mantener las escuelas seguras.
En resumen, la lucha contra la violencia y el acoso escolar es una tarea urgente que requiere la colaboración de todos los actores involucrados en la educación. “Debemos preservar la salud mental en la escuela para garantizar que los niños y adolescentes se desarrollen en espacios seguros que promuevan su bienestar, aprendizaje y desarrollo socioemocional” concluyó la especialista.