Tormentas de arena afectaron en septiembre de 2021 a ciudades del estado de Sao Paulo en Brasil. Áreas de América del Sur y el Caribe están expuestas a estos fenómenos, que incluyen el arribo de nubes de arenilla y polvo del africano desierto del Sahara. Imagen: Metsul
GINEBRA (Por Corresponsal de IPS) América del Sur y el Caribe están entre las regiones que pueden ser má afectadas por tormentas de arena que impactan negativamente a la economía y a la salud de las poblaciones, advirtió en su nuevo boletín este jueves 19 la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Las tormentas de arena y polvo “tienen repercusiones en la salud, el transporte, incluidos la aviación y el transporte por carretera y ferroviario, y la agricultura. Ello afecta a la salud y seguridad públicas y a las economías”, expuso el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.
La exposición a partículas de polvo se asocia a efectos adversos para la salud como infartos de miocardio, mortalidad cardiovascular, cáncer de pulmón y la infección conocida como fiebre del valle, presente en el oeste de Estados Unidos.
Esas tormentas también reducen el rendimiento de las centrales solares, y propagan agentes patógenos, lo que repercute negativamente en las economías locales y regionales. En el continente americano la pérdida de nutrientes del suelo supone un costo para la agricultura de más de 8000 millones de dólares al año.
Según el reporte de la entidad, el promedio mundial de las concentraciones medias anuales de polvo en superficie en 2022 fue ligeramente superior al de 2021, debido al aumento de las emisiones procedentes del centro-oeste de África, la península arábiga, la meseta iraní y el noroeste de China.
Se detectaron zonas críticas con concentraciones de polvo marcadamente superiores en América Central y del Sur, África Central, España, el mar Rojo, la península arábiga, la meseta iraní, el golfo de Bengala, Asia Meridional, el noroeste de China y el océano Atlántico tropical entre África occidental y el Caribe.
Cada año, unos 2 000 millones de toneladas de polvo entran en la atmósfera, oscureciendo los cielos y deteriorando la calidad del aire en regiones que pueden estar a miles de kilómetros de distancia, y afectando a las economías, los ecosistemas, el tiempo y el clima.
“En buena medida se trata de un proceso natural, aunque gran parte es fruto de una gestión inadecuada de los recursos hídricos y de las tierras”, indica la OMM.
La organización desarrolla su iniciativa “Alertas Tempranas para Todos”, con la que aspira a mejorar el grado de acierto en las predicciones y los servicios de aviso existentes con respecto a las tormentas de polvo.
“Promovemos el concepto de servicios de alerta temprana de peligros múltiples para agrupar todos los peligros en un mismo marco, y la predicción que tiene en cuenta los impactos ocupa un lugar central en la mejora de los avisos de tormentas de arena y polvo”, afirmó Taalas.
Pero agregó que “hay que hacer más, sobre todo ante la continua degradación del medio ambiente y el cambio climático presente y futuro”.
Sus informes muestran que las actividades humanas tienen un efecto sobre las tormentas de arena y polvo. Por ejemplo, el aumento de las temperaturas, la sequía y una mayor evaporación provocan un descenso de la humedad del suelo.
“Ello, combinado con una gestión inadecuada de las tierras, favorece la aparición de más tormentas de arena y polvo”, subrayó Taalas.
En las últimas décadas, la región de Oriente Medio, donde confluyen los continentes asiático, africano y europeo, se ha visto enormemente afectada por procesos de desertificación y episodios de polvo “alarmantes”, según el boletín.
La extracción intensiva de agua y la creciente presión sobre los recursos hidrológicos agravan los problemas asociados a un clima árido, con zonas críticas en la frontera entre Afganistán y Pakistán, y artes Irán, Iraq y Siria.
Y las regiones más vulnerables al transporte de polvo a larga distancia son la región septentrional del océano Atlántico tropical entre África Occidental y el Caribe, América del Sur, los mares Mediterráneo y Arábigo; el golfo de Bengala, el centro-este de China, la península de Corea y Japón.
En 2022, el transporte transatlántico de polvo africano invadió toda la región del mar Caribe y este año ha habido frecuentes incursiones.
El informe se publicó cuando está próxima a celebrarse en Panamá la Semana del Clima de América Latina y el Caribe, del 23 al 30 de octubre, previa a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se reunirá en Dubai en diciembre.