Una plantación agrícola en Perú afectada por inundaciones asociadas al fenómeno El Niño y acentuadas por el cambio climático. Las catástrofes causan fuertes pérdidas a la agricultura en América del Sur y su impacto se siente sobre los medios de vida de los agricutores y la seguridad alimentaria de toda la población. Imagen: Senasa
ROMA (Por Corresponsal de IPS) Las catástrofes asociadas al cambio climático en el mundo han pasado de 100 a 400 cada año y causan daños a la agricultura por 123 000 millones de dólares, indicó un estudio divulgado este viernes 13 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La agricultura “es uno de los sectores más expuestos y vulnerables en el contexto del riesgo de catástrofes, dada su gran dependencia de los recursos naturales y las condiciones climáticas”, destacó al presentar el informe el director general de la FAO, Qu Dongyu.
“Los desastres recurrentes pueden menoscabar los logros en materia de seguridad alimentaria y minar la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios”, agregó Qu.
El informe, “Repercusiones de las catástrofes en la agricultura y la seguridad alimentaria”, señala que en los últimos 30 años se ha perdido por esa causa una producción agrícola y ganadera por 3,8 billones (millones de millones) de dólares.
La pérdida media anual se estima en 123 000 millones de dólares o cinco por ciento del producto interno bruto (PIB) agrícola mundial.
La cifra podría ser mayor si se dispusiera de datos sistemáticos sobre las pérdidas en los subsectores de la pesca y la acuicultura y de la actividad forestal, por lo que el informe subraya la necesidad de mejorar urgentemente los datos y la información que puedan servir de base para la adopción de medidas eficaces.
El informe revela que durante los últimos tres decenios, las catástrofes —que se definen como interrupciones graves en el funcionamiento de una comunidad o sociedad— provocaron las mayores pérdidas relativas en los países de ingresos bajos y medianos bajos, donde alcanzaron a 15 % de su PIB agrícola total.
Asimismo, impactaron con fuerza en los pequeños Estados insulares en desarrollo, pues han hecho que pierdan casi siete por ciento de su PIB agrícola.
África ha sido el continente más afectado, con pérdida de 15 % de su PIB agrícola en la región oriental, y caso 10 % en sus regiones central y meridional, y luego está América del Sur, con más de nueve por ciento del producto de su agricultura y ganadería afectado por los desastres generalmente asociados al cambio climático.
El Caribe, y Europa oriental y meridional registran entre ocho y nueve por ciento de pérdida de su PIB agrícola, en tanto América del Norte y Central, así como África septentrional, bordean el seis por ciento en esas pérdidas.
El resto del mundo registra porcentajes de pérdidas menores, pero en todas supera dos por ciento.
El informe también indica que las pérdidas relativas a los principales productos agrícolas muestran tendencias al alza.
En los últimos tres decenios las pérdidas de cereales alcanzaron una media de 69 millones de toneladas anuales —equivalen a la producción total de cereales en Francia en 2021—, seguidas de las pérdidas de frutas y hortalizas y de cultivos azucareros, con una media cercana a 40 millones de TM al año en cada caso.
En las frutas y hortalizas, las pérdidas igualaron toda la producción de estos productos en Japón y Vietnam en un año.
Las carnes, los productos lácteos y los huevos mostraron una pérdida media estimada de 16 millones de toneladas al año, lo que corresponde a la producción total de estos productos en México y la India en 2021.
Las catástrofes causadas por el cambio climático no solo han cuadruplicado su número desde las 100 anuales en la década de 1970, sino que aumentan su frecuencia, intensidad y complejidad, y en efecto cascada se agravan sus efectos, al acrecentar las vulnerabilidades sociales y ecológicas.
Algunos de los factores subyacentes del riesgo de catástrofes son el cambio climático, la pobreza y la desigualdad, el crecimiento demográfico, las emergencias sanitarias provocadas por pandemias, prácticas como el uso y la gestión insostenibles de la tierra, los conflictos armados y la degradación ambiental.
La magnitud de las pérdidas y los daños ocasionados por un desastre dependen de la velocidad y la escala espacial a la que interactúa con la vulnerabilidad y los riesgos preexistentes, junto con el valor de los activos o los medios de vida expuestos.
En casos extremos, las catástrofes provocan el desplazamiento y la emigración de poblaciones rurales.
Las graves inundaciones derivadas de las precipitaciones monzónicas anormales registradas en la provincia meridional de Sind, en Pakistán, son ejemplo de cómo la combinación de peligros repentinos y de evolución lenta provocó desplazamientos, lo que afectó a los sistemas agroalimentarios y aumentó la inseguridad.
El informe recuerda que los agricultores, en particular los pequeños productores que trabajan en condición de secano, son las partes interesadas más vulnerables de los sistemas agroalimentarios y, por ende, suelen ser los más perjudicados por las repercusiones de los desastres.
Por ello recomienda en primer lugar apoyar la adopción de buenas prácticas de reducción del riesgo de catástrofes en las explotaciones agrícolas, para ayudar a los pequeños agricultores a evitar las pérdidas y aumentar su resiliencia.
El análisis calcula que por cada dólar invertido en medidas preventivas las familias rurales pueden ganar hasta siete dólares en beneficios y evitar pérdidas agrícolas.
En el informe concluye asentando como prioridades mejorar los datos y la información sobre las repercusiones de los desastres en todos los subsectores de la agricultura, elaborar enfoques multisectoriales para la reducción de riesgos de catástrofes y aumentar las inversiones en resiliencia y reducción de riesgos.
A-E/HM