En los últimos años, el alarmante aumento de casos de violencia contra niños, niñas y adolescentes en el Perú ha generado una profunda preocupación en la sociedad. Entre enero y abril del 2022, se atendieron nada menos que 17 247 casos de violencia, siendo una de las formas la violencia sexual, con 8057 casos reportados en ese mismo período. Estas cifras nos obligan a reflexionar sobre la responsabilidad de todos los actores sociales, pero, sin duda, el rol de los docentes resulta crucial en la identificación temprana y la prevención de estos abusos.
De los casos de violencia sexual registrados en el primer cuatrimestre del año pasado, el 94.9% de las víctimas fueron mujeres y el 69.5% era menores de edad. Estas cifras alarmantes nos dejan claro que la violencia sexual es un problema que afecta en mayor medida a las niñas y adolescentes. Además, es importante mencionar que estos actos de violencia suelen ser cometidos por personas cercanas al hogar o conocidas por las víctimas, lo que hace aún más difícil su detección.
El sistema legal peruano contempla altas penas para los agresores de niños, niñas y adolescentes, sin embargo, estas sanciones no se aplican de manera efectiva. Esta falta de aplicación de la justicia contribuye a que estos delitos sigan perpetrándose y las víctimas continúen sufriendo en silencio. Por eso, es fundamental contar con docentes preparados y conscientes de su papel en la protección de los estudiantes.
En este contexto, la escuela juega un papel crucial para colaborar en la protección de los alumnos. Los docentes son los profesionales que están en contacto directo con los niños y adolescentes durante gran parte de su tiempo. Son testigos privilegiados de su desarrollo, comportamiento y relaciones interpersonales. Por lo tanto, tienen una posición privilegiada para identificar posibles señales de abuso sexual y brindar el apoyo necesario a los estudiantes.
“Es fundamental que los docentes estén capacitados y sensibilizados sobre el tema del abuso sexual. Deben conocer los indicadores de posibles situaciones de abuso, así como los protocolos de actuación establecidos por el Ministerio de Educación y las instituciones correspondientes. Esto implica estar atentos a cambios repentinos de comportamiento, síntomas físicos o emocionales inexplicables, evitación del contacto físico, entre otros signos que podrían ser señales de alarma”, sostuvo Patricia Gastulo, directora de Innova Teaching School.
La especialista destacó que cuando un docente sospeche o tenga indicios de un posible abuso sexual, es su deber informar de inmediato a las autoridades competentes como la dirección de la escuela y las instancias encargadas de la protección de los derechos de los niños. Además, deben brindar el apoyo emocional necesario a la víctima y ofrecer un espacio seguro para que se sienta escuchada y protegida.
Gastulo finalizó destacando que, aunque la responsabilidad principal recae en los agresores y en las autoridades encargadas de hacer cumplir la ley, la labor de los docentes resulta fundamental en la prevención y detección temprana de estos abusos.